jueves, 2 de julio de 2009

Placer en la arena


Llevándonos mutuamente, enfrentamos al viento cálido, como también la húmeda arena que se interpone a nuestros pasos. El atardecer nos baña con su luz, al igual que las incesantes olas de ese bello mar.

Ella, me agarra la cintura cariñosamente la cintura, para no dejarme escapar. Mis brazos se alojaban en su hombro y cuello, para que jamás huye de mí.

Las miradas filosas hacen inevitables nuestras sonrisas. ¡OH si! Solos, con el canto del mar, seguimos juntos a la par.

En un instante, se olvida que estoy a su lado. La noto distante, mirando sus pasos. A lo mejor pensará en, si la mentira dicha a su marido había sido convincente, tras inventar que iría a la casa de su madre. Tal vez disfruta, quién sabe. Dejo de hacerme la cabeza y seguimos con la travesía.

Paramos, el cansancio es evidente. Sentados en la orilla, sobre la arena, vuelve a adorarme con su ternura, mirándome con eso ojos pardos brillados por el sol, que se iba a descansar pronto. Viene a mí, se sienta en mi regazo; su pollera flameaba como bandera, mientras sus besos conquistaban mi boca, y mis manos acariciaban sus suaves y tentadoras piernas. Muerde con pasión mis labios y deja el calor en ellos. Conquista mi cuello con más besos rojos, que me enloquece cada segundo, cada beso. Continua su aventura por mi cuerpo, pasando por mi abdomen, y más abajo... Decido tomar las riendas, desabrocho sus prendas, primero su blusa, llego a su senos, suave como el terciopelo, mi lengua comienza a gobernarlos, no dejo ningún lugar sin besar. Llego a su pezón, y lo chupo vigorosamente; sus primeros gemidos son un hecho, al igual que la incontrolable calentura que crece cada segundo.

La vuelvo en la arena, boca arriba, mis manos cometen el pecado de redescubrir todo su cuerpo, mientras la beso sin obstáculos, sin prejuicio alguno. Esta vez recorro su cuerpo con mi lengua, hasta llegar a lo prohibido, donde el fuego yace, como también todo placer y fantasía. Recorro por encima de su prenda, siento el calor intenso. Ella, vuelve con sus gemidos, yo con mis dientes la desnudo por completo, prosiguiendo con besos y perdiéndome en su sexo...

Desesperados, una vez más, vuelve a cabalgarme, y nos quema la lujuria del placer. Transportándonos a otro mundo, donde el amor y la calentura es nuestro oxigeno. Hacemos el amor como si fuera la última vez, quemándonos en nuestro rico infierno...


Nos detenemos, es hora de huir, sacudimos la arena que yace en nuestra piel. Es de noche, las estrellas iluminan las aguas, y el frio del mar es encantador. Marchamos, abrazados cálidamente, con una ilusión: volver a vernos, para pecar celestialmente nuestro puro y ardiente amor.


1 comentario:

  1. UN RELATO CALIENTE Y POETICO... CADA VEZ MEJOR AMIGO, DEJATE FLUIR, LEE Y ESCRIBI MUCHO...
    UN ABRAZO

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