¿He quemado el microchip que se encontraba en la profundidad de mi
cerebelo? ¡Es toda una astucia, mortal! ¿Querés que te cuente
qué es lo que se siente? ¡Absolutamente nada! ¿Algún que otro reconocimiento?
¡Nada! Tampoco fue poner en funcionamiento todo lo cordial y lo final. ¡Mis
centenares de segundos se verían muertos si revelo mi fuente! ¡Shshshshs! ¡Las
bestias no han de saber lo que me emborracha y lo que me estresa! ¡Shshshshs!
Lo que si puedo dejar es que, el brillo inconstante, de mi mirada, sea una
desubicación inacertada. ¡Claro está! ¡Que Observen la mierda indefinida y no
al buen aroma tropical! ¡La mierda como evidencia!, ¡como la única construcción
válida!
La continuidad desmedida del cráneo
es la alteración de ese microchip. ¡Me ha deformado la hermosura! ¡Por todos
los santos del bien y del mal! ¿La radiación se filtró en el Fuerte Oculto que
no es custodiado? ¡Ahí se encuentran las razones y los enigmas! ¡Frankestein y
Rommel son mis personificaciones que faltaban! ¡Mejor noticia imposible!
Una cirugía casera para terminar
con mi rastreador, no necesariamente las molestias sean los traumas ni la nula
información de lo que se está haciendo… ¡lo que molesta es que no se siente lo
prometido!, ¡y que la sangre es agua para enfriar mis brazos y parte de la
espalda! ¡Bendecido sea, todo lo que no es cierto! ¡Alabaos unos a otros!
El circuito integrado es una invención que no se puede confirmar si ha
estado o no, sin embargo, hay nuevas disciplinas que no deben ser adornos y
viejas concepciones que serán diosas cuando los guiones teatrales se completen,
si el microchip posee vida aterna…