miércoles, 22 de julio de 2009

Humedad


La mañana vuelve una vez más en este frio día, con lluvias que no dejan de regar las inmensas calles de la ciudad. En algunos rincones forman pequeñas inundaciones por el volumen incondicional de esas gratas gotas.

La humedad invancable, por momentos, adorna sobre todos los suelos, paredes e innumerables partes. Nadie se salva de sus abrazos pesados y sin amor. Por momentos es inspiración para algunas líneas poéticas, pensamientos profundos o solos sentir algo bueno que muchos lo toman por malo.

El diluvio no cesa, pareciera que cayera más intensas gotas, acompañada con ráfagas de viento continuamente que, hacen vibrar la cabellera y las manos de los arboles, las pelucas de algunos arbustos y hasta algunas chapas de viejas casas...

Algunos ilusos (creyentes a morir) justifican esas lluvias como un enojo celestial del CREADOR, por la impunidad del HOMBRE sobre el mundo y en sus nefastos mandamientos. Otros, ignorantes (borrachos de religión y humoristas de la vida) creen que Dios nos mea sin piedad, para despertar de nuestras resacas. Tenemos a sabios (ambiguos y muy flasheros) que insisten es el llanto del TODOPODEROSO atraída por el frustrante NO de algunas DIOSAS al mismísimo JEHOVA (ALÁ, DIOS, YAVÉ) ¿Tenemos un excelencia con poco levante?

El trabajo me llama a gritos, a cambio de sudor y dinero, para humillarme ochos horas de mi vida en esa cansada oficina, usando algún fugaz talento para esa famosa empresa...Un querido amigo judío, Saúl Lowenstein, en una ocasión me contó en brevedad, la historia del trabajo: " Cuando Adam y Eva desobedecen la advertencia de Dios, de no comer ese fruto prohibido, estalla en irá y les dice: "De sus manos trabajaran para ganarse el pan de cada día, matar a animales para comerlos y así sobrevivir el resto de sus días como también sus descendientes" Después fueron expulsados del edén sin la gracia de NUESTRO SEÑOR".

Cuando terminé de escuchar su explicación. Ansié por algunos instantes estar en ese episodio antes que cometieran esa hazaña y ahorcarlos a los 2 para zafar de ese mandato. ¡Malditos! Si vivieran ahora no soportarían la maldita rutina de romperse el culo trabajando y perdiendo el finito tiempo...

Mis pasos acercan al destino que debo tomar: el maligno tren. Atropello los charcos de agua, formados por las grietas de algunas calles en mal estado. Sin querer, o por torpeza, mojo mis secos pies a merced de esa rotas baldosas que se interponen a mi ruta; salpicado de barro parte de mi jean, por debajo...Los autos juegan un papel importante en esta linda mañana: con su gran velocidad, sin tener en cuenta la lagunita que se haya y de que estoy al lado, arrasan con gran brutalidad ese conjunto de H20, salpicándome en su totalidad la pierna izquierda. Esto me incentiva a bendecir a ese querido conductor: "¡¡Hijo de re mil puta!!".

Con el pelo mojado, el piloto semi mojado, el 78% del vaquero empapado llego a esa estación, con más gente a mi alrededor que cumplen una obligación. En hora pico es agobiante viajar en ese tren eléctrico modelada de un colorado obsceno y un amarillo sin vida, pero la realidad se aferra por un boleto barato y rápida llegada, no obstante la comodidad altera el nerviosismo de cada viajero.

Llega el tren...Las personas se posicionan a una entrada exitosa cuando se abran las puertas: Lo hace sin pudor, lo seres desesperan por entrar, sin importarle a las otras que deben bajar primero; una educación pérdida a través de estas necias generaciones. Entro, los empujones son constantes en consecuencia del amontonamiento de cuerpos. Por casualidad encuentro un hueco en donde meterme, en la puerta opuesta donde descienden la manada; no es aconsejable según el cartel que se encuentra pegado en él. Poco me importa, debido a que no hay otro sitio...Mi respiración se deteriora, el oxigeno se pierde en ese pegadizo conjunto de viajeros, poniéndome tenso...Al rededor veo a muchas caras desconocidas, que tratan de aguantar hasta sus llegadas. Unos pajeros aprovechan para apoyarse en las hermosas chicas que deben arriesgarse a su respeto; otros hablan con su celular, alzando la voz para que todos escuchemos su conversación; algunos escuchan música a todo lo que da, sin tener el mínimo respeto al que esta al lado… El olor de cada persona se transforma la más rica fragancia del amado tren: estornudos, bostezos, tos, los que contienen el moco de sus narices, catarros retraídos a los pulmones de cada engripado...Convivimos por un tiempo corto, sin conocernos ni hablarnos.

Al fin llego a mi hermosa estación, me bajo con violencia tras más empujones… ¡Libre! voy hacía esa cueva a prostituirme por sudor y dinero, con el perfume agrio de aquellas almas y la humedad intacta en mi piel.

1 comentario:

  1. grosos relatos ultimamente amigo!!! con muchas imagenes... un abrazo maldito de ginebra

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