domingo, 29 de abril de 2012

De nuevo


He vuelto a escribirle. Quizá no cumplí la condena que había establecido hace algún que otro tiempo atrás; o también, fue la necesidad de expresar mis gestos a través de éstas viejas líneas. Fue dificultoso tener cuidado palabra tras palabra sin decir algún extra fuera de contexto, paraque solo fuese un recordado saludo y no una solicitud. Me temblaron los dedos, se hincharon mis ojos, hería mi nuca y los dedos de los pies se congelaban; fue un puente riesgoso para cruzar el lado opuesto de la mediocridad. Busqué el mismo equipo olímpico para ofrecer mi reflejo entre los inviernos santos y las lluvias marginales, y poder así, dirigirme sin detenerme ni cansarme, sin mentir, ¡y sin herirme! Regresé a las afirmaciones repetitivas, elogios no tan seguros, saltos bajos, caídas sin peso; pero, por suerte, duró lo que una nube logra deleitar mi vista. Los cuentos y mitos se establecían como parábolas o poemas que se olvidan…
 He vuelto a escribirle y, otra vez, he roto el manuscrito…