¿Aún ríes, después que los arqueros
soltaron sus flechas envenenadas y maldecidas, sobre tu tórax? ¡Se han
designado a los mejores asesinos de toda maldad!, ¡y la carcajada persiste en
tu cara! ¡No puede ser creíble, no admisible! El soborno fue abultado para los
diferentes elementos hacia tu cautiverio. ¡Tu familia nos proporcionó
facilidad! ¡No entiendo la mueca humorística que se esparce por mi pupila!.
¿No hay miedo en tu alma? ¿No existe
indignación en tu escalofrío? ¿La libertad no te consuela, debidamente? ¿No te
arruina la belleza, por toda sangre que te encadena?.
Debo acabarte. Forjaré mi piedad, rebanaré tu
cuello con el hacha. Después, te daré un entierro digno, mi espada y la
armadura te acompañarán. Serás mi único ídolo a quien recordaré. ¿Por qué
lágrimas se unen a tu risa? Bien, cerrá tus ojos, el sueño está por nacer...