domingo, 21 de noviembre de 2010

Básico


Aplastada simpatía. Bacterias que reducen la educación en el comportamiento aborrecedor del insignificante transformador. Diminutivas emblemas positivas para el acercamiento relacionado con el humor sarcástico para los que desconocen, aún más, el estado de seriedad abominable de la difusa crueldad.

Ayuda y pre-conceptos de lo incorregible (enorgullecer en lo imaginado y defraudar por dónde más duele), para disolver el trastorno nervioso que, impide la relajación permanente.

Increencias de la fe incolora profetizada por la voz del sentido común, que actúa como convencimiento para los afortunados desleales y desniebla los verdaderos propósitos.

Porvenir llevado a la sequia, después de haber objetado un “hasta siempre” en cada despido…


Tremenda

—Te esta esperando para cenar…—. Confirmación sobre un estado de sorpresa.

Sus manos juntas encima de la mesa, esperando la oportunidad de comer en presencia de algún recordado. Saludo fuerte esperado de un beso y de un desapercibido abrazo:

—¡Hola, tío edinho!—. Sonrisa que borra, por esta vez, los fraudes de la firmeza.

—Hola, tremenda… ¿cómo estas? ¿M estabas esperando?— Mantención de la buena conducta en las palabras comunes de una nena con sus primeros tres años de vida y de un hombre vigésimo que se sienta enfrente de ella.

—Bien, si, te estaba esperando. Iaia cocino salchichia y fideu— Información del alimento en espera. Mano derecha encima del rostro para quedarse en admiración sobre el vigésimo que se inquieta por la observación.

—¿Y qué tal el jardín? ¿Qué hiciste? ¿A quién pegaste esta vez?—. Risa reseca para el conteo de todas sus experiencias, cuando el menú llega a nuestra mesa.

—Bien. Hoy le pegué a Santino. Me quito el alfajor—. Respuesta desafortunada e hiriente para el receptor, que traga con mala gana el jugo fresco.

— ¿Cómo le vas a pegar? ¡Sos una señorita! Tenes que hablar antes de actuar. Comportate como tal—. Mitad de no entendimiento y la otra de intuición por ver la rectitud de la mirada del vigésimo sobre su mundo.

Ofensas, retiro, enojo y lloros departe de la anfitriona, que corre urgentemente al abrigo de su abuela; contando su fastidio por lo oído y acusando de un reto nunca manifestado.

Vuelta sabida, pero esta vez acompañada de su gran aliada:

— ¿Vos la retaste recién a mi nieta? ¡No la trates mal!—. Defensa y ataque por la versión de una enfadada, que queda pensando por lo ocurrido.

—No la trate mal. Le dije que se comporte bien. No apañes una mala actitud. Sino va a salir como tus repugnantes hijos—. Auto desprecio para que no ocurra el mismo efecto anterior.

Honesto arrepentimiento al acercarse, la tremenda, a la mesa y arreglar lo relación.

—Quiero que seas una nena educada y compasiva. Sos inteligente y sensible, podes reaccionar de otra manera. Tampoco te enojes por una corrección. ¿Qué sería de mí, si me hubiese enojado por las correcciones de tu iaia, cuando tenía tu edad? Sería como Tom, tratando de matar a Yerry—. Incontrolable risa de ambas partes, para reconciliar los tratos.

Más miradas y atentas escuchas por declaraciones de la vida y de travesuras que forman la cena de una discreta noche. Posturas exclusivas de relajación por cada bocado que desaparece.

Glotonería infantil, al ver la comida del vigésimo, tras acabar con velocidad el alimento servido. Viejo legado de la mezquindad a punto de romperse, cuando el inadaptado le sede el objetivo codiciado por la tremenda. Estado de ánimo hasta las nubes por el beneficio del compartir que tiene su recompensa:

—Gracias, tío…—.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Alrededores de un convenio

— ¿Has de ser una atmosfera sin fronteras?—. Meretriz de la oscuridad con la cuerda floja de su mejor suspiro.

—Soy lo que ves y también lo que crees que en realidad soy. No me gusta describir lo que no sé—. Dialéctica para el convencimiento concreto, sin rodeos.

— ¿Tiene la misma proporción el cuerpo y tu alma? ¿Por qué noto espejos tan diferentes?—Miles de vueltas para dar en el mismo atajo de los escalofríos.

—Si lograra la paz de mi cuerpo y alma, empezaría una guerra en la meditación. Rompo los espejos paraque no te insegures—. Contestación irrazonable para no desarrollar la verdad.

— ¿Por qué no me miras cuando formulas las sensaciones? ¿Por qué te desvías al vacío?—. Pregona un enigma que tanto llama la atención.

—Tenes toda una vida para saber de mí. Ideo un plan para saber cómo besarte y apretarte contra mí. Creo que ya sé la forma—. Táctica de incomodidad para sonreír en la realidad ficticia.

— ¿Cuál es la dicha forma?—. Acercamiento de la atracción por sobre el acumulo del pensamiento—.

—Fijate en mis lágrimas y en este transitorio beso…—.

Incierto

Los que no lucharon ahora están muertos. Los que ayudaron a la conspiración, en este instante son esclavos. Los que huyeron, desangran y son perseguidos. Los que quisieron apaciguar con palabras, están encerrados en las celdas con la lengua cortada e infectada. Los que se defendieron con la cruz de Dios, hoy pregonan el ateísmo sensato. Los que no gritaron con júbilo la resistencia ahora están sordos por sus altas voces de las heridas de torturas.

Y los que pelearon…están destruidos incompletamente; otros descansan en otra existencia, pero sus cuerpos siguen aquí. Los pocos razonables perciben el fallo táctico y se humillan al ver la magnificencia de la caída sabia por manos del enemigo, apoyado por los dioses desaparecidos (¿por qué no los decapitan?)

Beber la sangre transpirada es la única solución para el pedido de la garganta agónica, mientras la muerte se transforma en sueño y el fin en una sonrisa roja…

sol

El timón se rompe, pero el corsario sigue su rumbo. La helada, de los vientos, seduce al mar para que golpee fuertemente a la nave. El ruido se eleva en la noche asociándose con las espinosas lloviznas.
Los pedazos de madera se hunden en la bestia o se esconden en el piso. Las velas flamean de gozo, descosiéndose de a poco. La inundación gana terreno, arrastrando lo que ve a su paso…
Pero estamos en paz…a los pies del desastre, abrazados entre los cuerpos calientes de que no tienen miedo (pulsaciones del único amor épico), y con besos indomables que ejecutarán al placer. Ojos cerrados para el viaje acordado (no abras los párpados, mírame en la profundidad) de sin regreso. Marea entre la neblina destructora, que no puede dañarnos, y se aleja de nuestra aflicción…

domingo, 14 de noviembre de 2010

Trato

El empeño se hace dificultoso. A simple vista, el valor es precioso, prometedor y agradable. Las presentaciones son aún más sobresalientes, atrae el terror aburrido de quienes jamás sospecharon que cierto momento, sus melancolías (comparación básica del verdadero desastre) fueran la transformación de una compañía y de un beso sincero, a la orilla de un desequilibrio demente de abrazos.
El dominio de espera fue considerado, el encarcelamiento de la desesperación y la ansiedad tuvo su condena corta (el tiempo se considera por la decisión) y la última palabra se votó como un mandamiento. Pero el escenario solo dio lugar a un crimen pasional, por miedo e inseguridad del magnífico número de todos los tiempos.
Nadie fue culpable directo (indirectamente siempre salen a la luz), según las autoridades sobornadas, que investigaron sin ir más a fondo. Las seguidas vertientes ocultaron esas desilusiones y las pendientes respuestas dibujaron historias corruptas, para el verdadero presente dañado, tirado en la irreparable cobardía…

Sociabilizar

La cerveza tiene un gusto raro. Un poco caliente y con un bajo autoestima con respecto a su sabor.
—Edinho, ahí tenés empanadas y sanguches para comer. Sin vergüenza, dale. —Animo de recibimiento en un salón repleta de personas por parte de la organizadora. Algunas que he cruzado y otras que nunca he visto, pero ellos tal vez si, por la curiosidad intacta de mi llegada.
Todos forman pequeños grupos de charlas, mientras los niños trabajan con su alegría, jugando sin parar alejados de las mesas. No encuentro una ronda conversación que me convenza, si bien estoy entre medio de dos equipos que debaten diferentes cuestiones.
Transpiro, tomo más cerveza (el único que toma, desgraciadamente) y observo todo: las sonrisas que se empalagan por el evento; las miradas dormidas que están a punto de caerse; las idas y vueltas de comentarios hacía algunos familiares que llegan tarde; el aburrimiento total de los que los obligaron a venir; las chicas jóvenes que no ven la hora para irse e ir a bailar a algún boliche perverso. Sin embargo, me cautiva a la principal organizadora, que brindó el tiempo con trabajo, sin dormir, sin pedir ayuda a los que ahí están (nadie esta cuando uno lo necesita), dejando el entusiasmo en éxito y corta felicidad.
Desvío la atención y me centro en pensamiento, Desabrocho un botón de la camisa y genero una conversación con preguntas con asombro, cuando término el caliente y pésimo vaso de cerveza…

Imagen



Parece que todo se vuelve niebla. Caminar en la cuadra santa no entusiasma ni a un moribundo. Pero se puede curiosear la arquitectura de la iglesia: una estructura tan pensada como los rezos de santa María desde centenares de años. Los picos altos góticos, donde se haya la campana y algunos murciélagos (nadie admite la rabia en este lugar sagrado), que viven sus espíritus por las noches cuando las monjas desnudan sus hábitos y pecan a escondidas. Los alambres de púas que recubren sobre la pared paraque ningún infeliz entre a robar el amor de Dios. La vejez religiosa que se convierte en la grisácea mugre del descuido apropósito (ortodoxa incontrolable de la creencia y de la estética), que se asimila al cielo desde este preciso momento.
Transcribir la repugnancia desde afuera precipita una duda(interior quebradizo de enojo); ¿qué tal sería si encontrara adentro los últimos rastros de la gran mentira?
En la entrada, los imparciales discapacitados y limosnero levantan su lástima a cambio de una ayuda formal para la supervivencia de sus días. Creen que la piedad se halla en las puertas de los que pasan y saludan a las variedades de estatuas que se encuentran en el patio. Otros se refriegan de agua bendita para limpiarse de males(vino legendario hecha agua potable) Sin embargo, pocos acudan a su ayuda.
Los actores principales se hallan adentro y por el costado de la dinastía. Donde los asientos se llenan de infractores y piden por sus asuntos. No puedo evitar, estando afuera, la conversación de una mujer llena de paganismos:
—Virgencita, ayuda a mi papá en esta enfermedad y dame fuerzas para resistir el embarazo—. Los pedidos son más que debilidades caprichosas que encierran un panorama de fe en cualquier imagen. Tampoco pude controlar la risa de la multitud que se acerca.
En cuestiones tempranas, se acerca un presentador vestido de negro y con una cruz gigante en el cuello, pregonando e interpretando las bendiciones de Lourdes en toda la tierra (miles de competidores hechos santos) e instalando la verdad de la vida por sobre todo la perversidad del nuevo mundo (hipocresía de la misericordia no recordada de las espadas bañadas de sangre de los desubicados) y ora por la paz violada.
Retiro inmediato de la manada, cuando la lluvia desata su orgasmo con disciplina y me arrebata el espíritu, escapando de aquél lugar…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fotos


—Resulta imposible esa petición en éstos momentos—. Emisor gastado para la atención del sordo fenómeno.
—¿Reaccionas ante la pandemia de la secreta enfermedad? ¿Sólo podes reír en tu sombra?—Autismo melodramático de quién nada entiende de la copa rota de los primeros brindis. Enfado peculiar del tutor que busca despertar.
—¡Creyente de iglesias góticas en la idea de una fuerte luz! ¡Maldito viviente de toda esta muerte que llega! ¡Intolerable amor suave de tus suspiros! ¿Alguna razón para no afligirte?— Ritmo clásico en el centro del coliseo vacío, Admiración genética que sujeta los retos.
—¿Necesidad de desmentir un “tal vez”? ¿Dar a conocer tu cansancio de lo indigno? ¿Educar los sueños para que no te sigan manejando?— Pliegue a la reacción de lo injustificable antes pruebas que no se deben tomar, ni llegar a sentir en el pecho de la inocencia, que arde en la hoguera de la ingratitud para dejar en claro LA mirada aborigen por sobre todos los riesgos, que culminarán en el dolor…

Ahí arrodillado

Atento exceso de desafiantes obstáculos en el invierno calmado. Concepto de riesgo para alcanzarlos y no detenerse. Punzón en el corazón herido y en la respiración dañada de un oxigeno que no recorre su verdadero terminal. Puños de nervios en la arena mojada, vaporizada por el enojo y el estallo de la raíz que sacude la desesperación. Intento de habilidad para no ofrecer lástima a las curiosidades infantiles que están alrededor, amando con aprecio la suerte de no ponerse en su desgracia.
Incontrolable risa eufórica de un pequeño espacio de sed, abrumado por el presente sol invernal, por la helada rábica que aplasta su cuello tibio y, dejado por los farsantes amigos que lo ven de lejos; entendiendo su discapacidad, mientras arranca los yuyos del tiempo e inhala el aburrimiento para su durabilidad, ansioso por la ida de su mal (basta de pensar, amiguito), esperando tranquilizarse para no ahogarse dos veces…

Perfiles

— ¿Cambiaría la dignidad por el inexistente frío que busca su aliento?—. Naturalidad y habilidad en la cuestión más fácil para el decaimiento periódico, que construye el verdadero dogma hacía el aprendiz calmado:
—No encuentro pistas ni resoluciones para la pregunta enredada. Podría estar cerca si dijera: “Vendería el dolor de cabeza si encontrara un motivo para no amarlo. Si sintiera incomodo la fiebre de mis ojos, tras ver la iluminación empalagosa fundiéndose en mis ideas, ¡y en esta mirada reflexiva!”. Sin embargo, quedará para mi conversación personal y no para tu respuesta—. Incursivo decir en la profunda imprenta de la duda. Evidente evite para descubrir el por qué de tantos accidentes:
—Siempre con el capricho del misterio, con la cicatriz intacta en su discreto rostro. Nunca una única opinión en su regazo, ¡deben ser miles! ¡No importa la reacción, sino todo el por qué! Me acuerdo de un dicho tan reflejado que me dio a conocer: “Salomón ha tenido mil mujeres en su poder, sosteniendo su autoritarismo en casa beso. Y yo tengo mil nebulosas, que las busco, antes que me dejen, para besarlas y olvidarlas. ¿Quién necesita demostrar “la hombría y la ambición”, el hijo de David o yo?”. Esa vez no pude revelar tal discurso, Tampoco ahora, pero me acerco a adivinar en cualquier momento—. Patética manera de desequilibrar un adversario amistoso, por el ego inocente de párrafos olvidados:
—No te bases en mi formación. No resuelvas crimines a simple vista; acordate que existe un por qué. Nadie es salvo solo porque no se enoja, ni siquiera por no tener diferencias. Toda entrevista muere cuando el entrevistado curiosea al entrevistador, y éste no sabe responder en forma profesional. Por ende te formulo: ¿Realmente son las preguntas que sentís o son las conocidas improvisaciones para no concordar conmigo?—. Bala de plata en la sien de una cabeza de cera en el verano deprimente. Ambas risas perfectas de astucia y planes para ninguna victoria:
—El carisma no logra crecer en proporción con la simpleza o la bruta modestia. Jamás la concordancia estará de mi lado con usted. Sería el fin de las inundaciones nerviosas. Lo cual voy a rendirme a usted solo por su solidaridad por ayudar en su guerra y dejarme verla de cerca. Y tengo resuelta el enigma: Salomón solo fue un títere. El que busca la hombría soy yo, y el ambicioso es usted, nunca terminará de conformarse con la vida, ¡ni con usted mismo!—.
—Va entendiendo, amigo mío, con mucha clarividencia…—

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Estrategias

En efecto, la caida no significa una perdida, no elimina la cualidad indeterminada de tantos intentos de cambios. Derivan las transformaciones en presentaciones formales y de grandes apariencias para legalizar una inquietud, que no puede ser tratada por una base, custodiada de politicas bizarras, tan indigente como las creencias sobrenaturales. Intentos para atropellar el cemento hecho roca sin recibir moretones por la razón, no propaga una salida inteligente. Indultar las asociaciones del "deber universal" ridiculiza el proceso de varias funciones de la única rebeldía.
Amortiguar la espera, aumenta la desesperación del criterio sólido, que en poca agonía se sorprende y muere, lentamente, dulcemente...