domingo, 26 de septiembre de 2010

Siglo XXI

Ebriedad y ácidos en una obra maestra, sedimentada de transformaciones para la consecuencia del fin. Peso pluma de la conciencia en contra de las toneladas del universo y reiteradas extras para alcanzar solo un rasguño.
Aplausos y ovaciones de raros productos impuros, que la interpretación simple ensucia y equivoca los suspiros (palabra desconocida convertida en reina) de ojos bien rojos.
Exagerada pimienta en la salsa demente del mismo menú de los principios ancestrales, que mantiene el mismo gusto de perdiciones inentendibles.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Desubicación


Azúcar salada en la grieta de una desubicación. Única alergia mortal que desequilibra la respiración artificial de un vivo y enfermo peregrino. Enojo con simpatía que hace dormir a todos los dioses de bronce en la muerte más santa de su merecido castigo (y pensar que sus principios eran inviolables).
Menciones de un progresismo que va más allá de lo acordado y satura el bien de los perdedores.
Relámpago que da aviso a los confundidos, que necesitan vida eterna para el último párrafo de su sospechado cuento improvisado (final feliz, importancia del amor) Señal de alerta para aclamar la última gran lluvia y después, consumirse como un fiel amante…

Algún que otro pacto

Habíamos hablado del reto. Planeamos la presentación, si la estructura hubiese sido resistente, dulce y estimulante; para mostrar la maravilla en este asqueroso siglo XXI. No juré mi permanencia en tus viñas, la cual, estuve acostado el tiempo que fue necesario para respirar la barbarie de tu amor (por la boca, frescura mentolada), que elimina la vieja resistencia.
Hablé de un futuro sin tregua, mencionando el deseo inseguro de los supuestos sucesos que ocurrirán si los defectos no reencarnen en coquetas mentiras ni el tacto corporal fuese solo una llamada del viento.
Firmamos los papeles, pero nunca fijamos otro encuentro…

Algina

Esforzarse no significa nada. Bañarse entre aguas heladas no provoca un heroísmo. Apretar el puño de resignación no forma parte del imaginado éxito, que en otros tiempos fue esperanza de una minoría.
En tanto, estas líneas serán sustituidas por tontos comentarios de amados enemigos, que admiten su derrumbe en cada error; cuando inhalo el tiempo y olvido este quebrantado fragmento…

Enseña

—Sentate en la cama y escucha lo que te voy a leer— La miro con seriedad a mi sobrina de tres años, que presta atención a lo que no entiende. La lectura se basa en un poema de puras lesiones. Escucha y sonríe en cada frase, mientras se cruza de piernas como una señorita y pregunta algunas cuestiones que no puedo descifrar.
Después de terminar, ella toma mi lugar y se propone a contarme una breve historia: —Escucha, tío. Había una vez un guau guau…— Las repeticiones de esas oraciones fueron densas, pero interesante tras oír un pequeño cuento de una nena terrible y con gran carisma.
—Vas a comprobar, algún día, que todos mis retos fueron necesarios y vanos para tu educación— Ríe a carcajadas por mi seriedad y sale de mi pieza corriendo…

domingo, 12 de septiembre de 2010

Donde nadie esta

La idea de verlo era desacertada y muy chocante: acostado, con los ojos cerrados y su mano encima de la otra; mostrándose en público su parte humana. Pero tenía que estar allí, al lado de la rubia que no salía de su lado, llorando angustias y sorpresas sabidas. Debía abrazarla, decirle algunas frases de consolación, tal como: “Dios lo necesitaba, por eso se fue” “Formará parte de una estrella y te iluminará por donde vayas” Sin embargo, ella sabía lo que pensaba en ese momento y que ninguna tontería saldría de mi, solo un beso tibio y una palpada en el hombro. Bastaría para un consuelo verdadero y un amor raro al mirarla para hundirme en su dolor.

Todo fue rápido. Salí lo más urgente de la reunión de despedida de su padre, hasta que topé con la hermana de la rubia, acompañada de su novio, lloraba a cántaros en el infierno de sus ojos. La besé y dije: — ¡Fuerza!—y salí afuera.

El ataque de ansiedad era abundante, el impulso de escapar se ligaba a la culpa de dejar a la rubia sola y no haberla abrazado con todas mis fuerzas y llorar junto a ella y besarla de fuego. Intente entrar varias veces, pero mis latidos entorpecían mi conciencia como el calor hirviente de mi frente.

Un compañero idiota en común se acerca a mí y asiente: —Hoy tuve un día agotador en el local. Se vendió bien. Yo solo vendí siete mil pesos— El narcisismo desubicado y la estima alta de tal infeliz entorpecía el ambiente, donde importaba fortalecer a la familia. Lo recalqué con una respuesta evangélica: —Te felicito. ¡Sos el mejor!—La evidencia de mi sarcasmo lo avivó y se metió adentro de nuevo. “— ¿Así serán todos tus malditos seguidores—“ Miré ingenuamente al cielo buscando una solución.

Había más personas en mi entorno. Reunidas en la puerta, fumaban y hablaban de algún tema especial. Otras lamentaban la pérdida, refugiándose en abrazos y pésames.

—Esta lleno, ¿no?—Un chismoso veterano pregunta a sus conocidos, tras llegar con curiosidad y enterarse de que su incógnita fue la respuesta. No pude describir lo que sentía tras oír la voz de ese idiota.

Ya intranquilo, decidí irme, alejado de la rubia que tanto quiero. Sabía que estaba con seres que harían lo posible por animarla. Caminaba sin pensar en el tiempo, sin importar el peligro. Solo deseaba estar con ella en la incertidumbre de la realidad, cuando mas me alejaba, más me cansaba…

domingo, 5 de septiembre de 2010

Sátiro


Sátira pulsación punzante a la sangre fría. Cuerdas mordidas para retener una fragata que no tiene puerto, ni cañones disponibles. Estímulo hipócrita al tratar de besar la mejilla del querer, sin siquiera apretar la voluntad verdadera de los espectros luminosos de aquellos valles infectados de mentiras. Márgenes densas de las requeridas afirmaciones de quienes desconfían de la irrepetible elección y buscan una espontaneidad irreal para no correr riesgo.Alejamiento destinado. Potestad inútil de los esclavos, exhaustos de su vaga libertad. Felicidades deformadas de obsesiones y extraviadas junto al sol, que muere en el horizonte…