domingo, 30 de junio de 2013

Misticismo

 
Baraja, orden y desorden, ruego del mas allá, tira de las sospechas y develaciones. Acto reflejo corporal adrede para desenvolver los propósitos del experimentador. Aciertos melosos, empeoramiento regresivo, recuerdos insulsos soldados con intuición santa. Palabras claves, nombres sordos, y parte inicial otorgada. Oraciones en grandes escalas de poder, penetración en la incertidumbre del hombre adivino, orígenes del lago hundiente. Recetas de salvación, culmine de los perjudicadores, invitación para los encuentros de otros canceres malignos.
 Escala de las decepciones que trepó la curiosidad, y de los empujones cansadores. Trinchera opuesta, conocimiento explosivo del pedazo de alma en las alturas, enemistado de los ruidos de su alrededor. Relación hermandad pública entre el perdido y el protector.

domingo, 16 de junio de 2013

Incesante



Pérdida de los objetivos, propulsión en obediencia. Ninguna teoría física y filosófica en los fuegos de la adrenalina, que enfría la dulce sensibilidad y derrite la fuerza para acabar con este plano. Rocío, palpitaciones heterogéneas, piernas y brazos en alerta, ideas de distintos finales, encuentros  con las dificultades, lealtad a la verdadera luz que traspasa la capa terrestre, pupilas que se dilatan ante los gemidos infernales del límite, borre total de la memoria pagana, identidad descubierta en la fría noche, tempestad que recubre el sudor helado, labios que se quiebran, orejas rojas con vapor humeante y un parate involuntario.
 Esencia que está por parir el pecho, cuerpo en las inmediaciones de la naturaleza, piel y huesos de mármol, moléculas que se elevan por sobre toda estrella extraña. Desprendimiento, causa extinguida…

Dientes



¡He visto romperse mis dientes! ¡Todos esos huesos se han almacenado en las manos, y toda esa sangre podrida de todos éstos tiempos! ¿Siento dolor?, ¿siento temor?, ¿se acabó mi hospedaje en Occidente? ¡Estoy lleno de curiosidades! ¡Los pequeños objetos sólidos no significan nada! ¡Puedo gritar más alto y hablar sin dudar! ¡Perseguiré a todos! ¡Les arrancaré la dentadura para que dejen mentir! ¡Estoy vivo! ¡Estoy enfriando la mente! ¡Todo se esta aclarando! ¡Soy tan solo una injusticia que pierde maldad! ¡Soy la repetición de otro escriba que deja su pelo crecer! ¡Un sacerdote maya que manosea a la virgen antes de entregar a los reinos divinos!
¡Duele pero no siento la muerte, todavía! ¡El sufrimiento es mi verdadero amante! ¡Me gusta el macho enardecido de la tiniebla! ¡Príncipe de todas las dinastías! ¡Helo ahí! ¡Me apunta con su tridente! ¡Estoy avanzando hasta el acero!
¡Adiós! ¡Estoy perdiendo conocimiento!

Dejadlos



Dejad que pasen esa manada de toros ardientes, vienen por mí,  interrumpo sus rumbos. Siempre bajé el pulgar en cada intento de sus fugas, anulé sorpresas  e ingeniosidades de éstos malolientes, pues pudieron haber muerto en los desiertos y en esas aguas contaminadas. Afilé sus guampas, contagié frialdad y rasgué su cuero-carne con esos significados de guerrillas y misericordias. Olí, aprecié y apreté sus bostas contra las informalidades del respeto. Inventé y destruí sus nombres, el mundo-espacio convirtió a esos rugidores en bestias, cada gota de sangre era peligro para sus supervivencias, sus pulmones almacenaban  el fuego pestilente de los roces y los convertían en depredadores despreciables. Insectos  caídos, que supieron tener relación, amor en abundancia, muerte próxima.
 Cejas fruncidas, pezuñas fuertes, cuernos asesinos y un atropello silencioso. Dejadlos…

Almas justificadas



— Desde un primer momento, dudé en tratarlo, Senotec. Tenerlo cara a cara me da otra perspectiva, me da menos asco a comparación de verlo por la televisión y las tapas de los diarios amarillistas. Seré profesional, sin que mi sentido femenino lo ataque. Empecemos. ¿Cómo se encuentra después del triple asesinato que cometió a su madre, hermana y a su novia?—.
— Por eso acepté concurrir a su consultorio. Nos llevaremos muy bien. No crea que soy un machista conservador, por favor. Esas tres mujeres poseían un gran intelecto de “sentido femenino”, tal es así que, cada una luchó hasta el final por conservar su vida. Como verá en mi pecho, aquí están sus rasguños y mordidas. No soy asesino, murieron por amor—.
— No solo noto un machismo medieval, sino también un ego muy sobrevalorado. ¿Se siente un súper hombre por haber matado a sus mujeres queridas? Cuénteme cada muerte—.
— Siento que nadie podrá quitarme a esas mujeres. Pensé egoístamente, lo sé, pero era la única manera. No sería adecuado contar cada muerte. Son mis Tres Marías que me miran desde el universo. Podrá usar muchas técnicas psicológicas y de otras ramas, pero no caeré y ni me arrepentiré por los hechos—.
— No quiero que se arrepienta, no soy juez. Se nota que brilla frialdad en sus ojos y alivio. Evidentemente esas grandes muchachas pudieron aguantar su persona como nadie podía hacerlo. Pero debe haber más razones. Dentro de poco, lo van a ejecutar, tiene que saber por qué lo matarán—.
— Ellas fueron mis fuerzas. La injusticia recaía en sus pechos, lo cual siempre pagaba. Di oportunidades para los retractos, aun así, los mal agradecimientos aumentaron. Se hablaban mal de la una a la otra constantemente, los celos innecesarios, creaban un ambiente hostil. Cuando la situación no daba para más, me hacían sentir que yo era el centro problemático…—.
— ¿Y era así?—.
— Totalmente. Tenía que ser distinto con todas, y tener ya un personaje para cada una. Utilizar esas tácticas me daba riesgos. Me comportaba como hermano con mi novia, hijo con mi hermana y novio con mi madre. Me generaban un sismo problemático—.
— Lo confundía. Gracias a eso adoptó un comportamiento violento y poco tolerante. El amor suele recargarse de tal manera que, la radiación lo desfigura todo. Optó por ser justo—.
— A mis treinta y ocho no sé lo que es ser justo. Cuando la sangre de ellas se escurría en mis manos, me sentí libre de ese temblor. Y puede que cuando me ejecuten estaré mejor todavía, ahí veo justicia—.
— ¿Por qué?—.
— Nadie tiene derecho sobre la vida del otro—.
— ¿Entonces se arrepiente?—.
— No, jamás—.
— ¿Alguna que otra razón para haberles quitado la vida?—.
— Fueron las únicas que me vieron llorar, hasta el punto de contagiar el llanto. Las admiro, siempre estarán en mi cabeza. Un hombre que golpea a una mujer es un Don nadie, ¿por qué deja  que lo haga?—.
— Porque lo amo y tengo paciencia. ¿Cómo lo supo?—.
— No se lo diré, no quiero que piense que soy un fanfarrón. Su hombre nunca cambiará, déjelo—.
— ¿Me viene a decir una persona que asesinó a mujeres por no saber tener un perfil regular?—.
— Si. Ellas no están, usted si y su hombre la seguirá golpeando. Por verla tomar cuatro veces vasos con agua y atacarme con la mirada, me di cuenta de su padecer. Dejé caer esas lágrimas, le hará bien—.
— Es un fanfarrón y cínico, Senotec. Muy observador. Extrañaré su presencia cuando se retire de la sección—.
— Recuérdeme cuando le esté apuntando con un revolver a su esposo. En horas tendré libertad absoluta. La estaré esperando, señora...—.
— Silvia Wzlayvitz, a su servicio—.