miércoles, 1 de diciembre de 2010

Ciertas noches...



Descubrir nuevamente los síntomas para el insomnio. Renunciar la pureza y volver a la química peligrosa, solo por alcanzar un respiro. Desesperación nerviosa cuando la solución artificial se evapora y no queda calma. Rebusques caseros para la suplencia de la predestinada muerte. Aspiración del aire urbano contaminado, en busca de la clausura completa de la única pesadilla. Intranquilidad en mayor proporción por el no efecto del elemento natural (comprender el sufrimiento ya es una terapia perdida), que al principio prometía un alivio.

Accidente funcional de los pulmones para el trabajo y recargada la responsabilidad hacia el partido corazón, que actúa la labor de capitán y marinero. Dolor muscular en el centro de la vida (el amor se agranda, se estira), agitación sangrante por las diminutas grietas de las venas del juicio (socorro silencioso, exaltación de los demonios) que se tuercen con el enojo de la impotencia y acorta las posibilidades de dormir…

Todos juntos


— ¡…Es entusiasmo cuando la política de la voluntad es honesta y progresista!—. Poca señal de una enseñanza, experiencia y otras fórmulas. Todo pasa por comparar mecanismos totalmente diferentes.

—Cuando se tiene en claro una meta no se debe, ni se puede revelar ante esa idea fija. Me dirán: “somos humanos, siempre encontramos prioridades sorpresivas”. ¡Absurdo! Si las opciones transformistas están escritas con la transpiración de la ansiedad de crecimiento, no existen desvíos que expongan al triunfo—. Firme a su convicción, concentrando el ego en el éxito y en la desconocida humildad.

—Claramente si un dicho se vuelve polvo y no un mar indomable, salvaje, con marea nerviosa golpeando cada muelle a punto de caerse; sería el triste paraíso que alguna vez desperdiciaron Adán y Eva; y así, la frustración se transformaría en locura y la decepción en un orgullo inadmisible. ¡La verdad que uno tiene se deleita sobre la perfección que se necesita!—. Sumo pastor del optimismo transparente, predicando su propio libro virgen, sin ningún mal ni bien que dañe la utopía que no admite.

—Lo hemos escuchado en silencio. Nos estimula cada comparación para el breve entendimiento. Compartimos y creemos en su religión. Pero, ¿por qué no vemos amor en su mirada ni en su habladuría enérgica? ¿Verdaderamente siente lo que dice?—. Tratativas moderadas para rescatar una vertiente pura entre tanto palabrerío enroscado:

—Todo se siente en el momento. Podré armar la táctica conveniente para ganar con soberbia un conflicto. Perfeccionaría mi ego y mi arrogancia creyendo que la estrategia va por buen camino. Por otra parte, a la hora de los episodios es completamente al revés: el perfil se arruga y el odio crece.

No voy a poder omitir una cita simple a las preguntas, por ende prefiero callar—. Semántica declaración en la pesada vacilación de los que pocos entienden.

— ¿¡Pero tanto lío para las contradicciones!? ¿Quién se ha creído? ¡Es fácil desviarse de lo que uno hace mal! ¡Los pretextos e indirectas no son los adjetivos de la madurez! ¿Por qué no se arrodilla y nos dice que tiene un conflicto en su cabeza y qué no le es fácil expresarlo?—. Contraataque atroz para desenvainar la tiranía de principios ateniense en manos de un espartano malicioso:

—Las contradicciones siempre será el aire que respirará el ser humano. No hay grandes obras sin contradicciones, ¡tengan en claro! Es un cambio radical en cada etapa. Una forma de sintetizarlo es el ejemplo que veo ahora: mientras fumas ese cigarrillo, hay muchas otras personas que se mueren por cáncer de pulmón a causa de la nicotina. Fueron como vos, se creían que disfrutar ilícitamente su tiempo resolvería algo de su sarcasmo. ¡Y nada que ver! Existe una vida, por eso hay que dejar la huella húmeda para saber que se existió. Sin cometer la estupidez de enfocar: “En algún momento voy a morirme”. Además sabes que tengo asma, y la provocación solo será un cinismo para tu propia caída. ¿Por qué no aceptas que la contradicción es innata y que a vos te volvió paranoico y desquiciado?— Golpe en la mandíbula de un ex rival, dejando las preguntas en una curiosa huida.

—Todo lo que ha dicho es cierto. Hay tantas develaciones que no comprendemos. Mi única incomodidad es poder equivocarme con esto, pero, no se ama a si mismo, ¿no? ¿Por qué pensaría que haremos, tal cual, lo que nos dijo a cerca de la fuerza de voluntad, si ni usted puede hacerlo?— Desarrollo en la inmediación del secreto, para al fin saber:

—Amarme sería aceptar la humanidad como ejemplo. Seguir sus procesos improductivos para la obtención de la nada. Alegrarme por la balanza que se apunta al norte y sur. ¡Eso sería amarme! Pronto asesinaré al mundo y a mi mismo y los transformaré en algo que no puedo imaginar, pero sé que no será impune. Ustedes podrán porque tienen el sentido de la racionalidad en sus venas. No apunten a los filósofos en sus hechos guíense por sus autoaspiraciones.

Jamás podré apreciarme ni siquiera halagarme. Podré estar en paz cuando respire en el centro del universo, y quien sabe, podre reírme, también…—.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Básico


Aplastada simpatía. Bacterias que reducen la educación en el comportamiento aborrecedor del insignificante transformador. Diminutivas emblemas positivas para el acercamiento relacionado con el humor sarcástico para los que desconocen, aún más, el estado de seriedad abominable de la difusa crueldad.

Ayuda y pre-conceptos de lo incorregible (enorgullecer en lo imaginado y defraudar por dónde más duele), para disolver el trastorno nervioso que, impide la relajación permanente.

Increencias de la fe incolora profetizada por la voz del sentido común, que actúa como convencimiento para los afortunados desleales y desniebla los verdaderos propósitos.

Porvenir llevado a la sequia, después de haber objetado un “hasta siempre” en cada despido…


Tremenda

—Te esta esperando para cenar…—. Confirmación sobre un estado de sorpresa.

Sus manos juntas encima de la mesa, esperando la oportunidad de comer en presencia de algún recordado. Saludo fuerte esperado de un beso y de un desapercibido abrazo:

—¡Hola, tío edinho!—. Sonrisa que borra, por esta vez, los fraudes de la firmeza.

—Hola, tremenda… ¿cómo estas? ¿M estabas esperando?— Mantención de la buena conducta en las palabras comunes de una nena con sus primeros tres años de vida y de un hombre vigésimo que se sienta enfrente de ella.

—Bien, si, te estaba esperando. Iaia cocino salchichia y fideu— Información del alimento en espera. Mano derecha encima del rostro para quedarse en admiración sobre el vigésimo que se inquieta por la observación.

—¿Y qué tal el jardín? ¿Qué hiciste? ¿A quién pegaste esta vez?—. Risa reseca para el conteo de todas sus experiencias, cuando el menú llega a nuestra mesa.

—Bien. Hoy le pegué a Santino. Me quito el alfajor—. Respuesta desafortunada e hiriente para el receptor, que traga con mala gana el jugo fresco.

— ¿Cómo le vas a pegar? ¡Sos una señorita! Tenes que hablar antes de actuar. Comportate como tal—. Mitad de no entendimiento y la otra de intuición por ver la rectitud de la mirada del vigésimo sobre su mundo.

Ofensas, retiro, enojo y lloros departe de la anfitriona, que corre urgentemente al abrigo de su abuela; contando su fastidio por lo oído y acusando de un reto nunca manifestado.

Vuelta sabida, pero esta vez acompañada de su gran aliada:

— ¿Vos la retaste recién a mi nieta? ¡No la trates mal!—. Defensa y ataque por la versión de una enfadada, que queda pensando por lo ocurrido.

—No la trate mal. Le dije que se comporte bien. No apañes una mala actitud. Sino va a salir como tus repugnantes hijos—. Auto desprecio para que no ocurra el mismo efecto anterior.

Honesto arrepentimiento al acercarse, la tremenda, a la mesa y arreglar lo relación.

—Quiero que seas una nena educada y compasiva. Sos inteligente y sensible, podes reaccionar de otra manera. Tampoco te enojes por una corrección. ¿Qué sería de mí, si me hubiese enojado por las correcciones de tu iaia, cuando tenía tu edad? Sería como Tom, tratando de matar a Yerry—. Incontrolable risa de ambas partes, para reconciliar los tratos.

Más miradas y atentas escuchas por declaraciones de la vida y de travesuras que forman la cena de una discreta noche. Posturas exclusivas de relajación por cada bocado que desaparece.

Glotonería infantil, al ver la comida del vigésimo, tras acabar con velocidad el alimento servido. Viejo legado de la mezquindad a punto de romperse, cuando el inadaptado le sede el objetivo codiciado por la tremenda. Estado de ánimo hasta las nubes por el beneficio del compartir que tiene su recompensa:

—Gracias, tío…—.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Alrededores de un convenio

— ¿Has de ser una atmosfera sin fronteras?—. Meretriz de la oscuridad con la cuerda floja de su mejor suspiro.

—Soy lo que ves y también lo que crees que en realidad soy. No me gusta describir lo que no sé—. Dialéctica para el convencimiento concreto, sin rodeos.

— ¿Tiene la misma proporción el cuerpo y tu alma? ¿Por qué noto espejos tan diferentes?—Miles de vueltas para dar en el mismo atajo de los escalofríos.

—Si lograra la paz de mi cuerpo y alma, empezaría una guerra en la meditación. Rompo los espejos paraque no te insegures—. Contestación irrazonable para no desarrollar la verdad.

— ¿Por qué no me miras cuando formulas las sensaciones? ¿Por qué te desvías al vacío?—. Pregona un enigma que tanto llama la atención.

—Tenes toda una vida para saber de mí. Ideo un plan para saber cómo besarte y apretarte contra mí. Creo que ya sé la forma—. Táctica de incomodidad para sonreír en la realidad ficticia.

— ¿Cuál es la dicha forma?—. Acercamiento de la atracción por sobre el acumulo del pensamiento—.

—Fijate en mis lágrimas y en este transitorio beso…—.

Incierto

Los que no lucharon ahora están muertos. Los que ayudaron a la conspiración, en este instante son esclavos. Los que huyeron, desangran y son perseguidos. Los que quisieron apaciguar con palabras, están encerrados en las celdas con la lengua cortada e infectada. Los que se defendieron con la cruz de Dios, hoy pregonan el ateísmo sensato. Los que no gritaron con júbilo la resistencia ahora están sordos por sus altas voces de las heridas de torturas.

Y los que pelearon…están destruidos incompletamente; otros descansan en otra existencia, pero sus cuerpos siguen aquí. Los pocos razonables perciben el fallo táctico y se humillan al ver la magnificencia de la caída sabia por manos del enemigo, apoyado por los dioses desaparecidos (¿por qué no los decapitan?)

Beber la sangre transpirada es la única solución para el pedido de la garganta agónica, mientras la muerte se transforma en sueño y el fin en una sonrisa roja…

sol

El timón se rompe, pero el corsario sigue su rumbo. La helada, de los vientos, seduce al mar para que golpee fuertemente a la nave. El ruido se eleva en la noche asociándose con las espinosas lloviznas.
Los pedazos de madera se hunden en la bestia o se esconden en el piso. Las velas flamean de gozo, descosiéndose de a poco. La inundación gana terreno, arrastrando lo que ve a su paso…
Pero estamos en paz…a los pies del desastre, abrazados entre los cuerpos calientes de que no tienen miedo (pulsaciones del único amor épico), y con besos indomables que ejecutarán al placer. Ojos cerrados para el viaje acordado (no abras los párpados, mírame en la profundidad) de sin regreso. Marea entre la neblina destructora, que no puede dañarnos, y se aleja de nuestra aflicción…

domingo, 14 de noviembre de 2010

Trato

El empeño se hace dificultoso. A simple vista, el valor es precioso, prometedor y agradable. Las presentaciones son aún más sobresalientes, atrae el terror aburrido de quienes jamás sospecharon que cierto momento, sus melancolías (comparación básica del verdadero desastre) fueran la transformación de una compañía y de un beso sincero, a la orilla de un desequilibrio demente de abrazos.
El dominio de espera fue considerado, el encarcelamiento de la desesperación y la ansiedad tuvo su condena corta (el tiempo se considera por la decisión) y la última palabra se votó como un mandamiento. Pero el escenario solo dio lugar a un crimen pasional, por miedo e inseguridad del magnífico número de todos los tiempos.
Nadie fue culpable directo (indirectamente siempre salen a la luz), según las autoridades sobornadas, que investigaron sin ir más a fondo. Las seguidas vertientes ocultaron esas desilusiones y las pendientes respuestas dibujaron historias corruptas, para el verdadero presente dañado, tirado en la irreparable cobardía…

Sociabilizar

La cerveza tiene un gusto raro. Un poco caliente y con un bajo autoestima con respecto a su sabor.
—Edinho, ahí tenés empanadas y sanguches para comer. Sin vergüenza, dale. —Animo de recibimiento en un salón repleta de personas por parte de la organizadora. Algunas que he cruzado y otras que nunca he visto, pero ellos tal vez si, por la curiosidad intacta de mi llegada.
Todos forman pequeños grupos de charlas, mientras los niños trabajan con su alegría, jugando sin parar alejados de las mesas. No encuentro una ronda conversación que me convenza, si bien estoy entre medio de dos equipos que debaten diferentes cuestiones.
Transpiro, tomo más cerveza (el único que toma, desgraciadamente) y observo todo: las sonrisas que se empalagan por el evento; las miradas dormidas que están a punto de caerse; las idas y vueltas de comentarios hacía algunos familiares que llegan tarde; el aburrimiento total de los que los obligaron a venir; las chicas jóvenes que no ven la hora para irse e ir a bailar a algún boliche perverso. Sin embargo, me cautiva a la principal organizadora, que brindó el tiempo con trabajo, sin dormir, sin pedir ayuda a los que ahí están (nadie esta cuando uno lo necesita), dejando el entusiasmo en éxito y corta felicidad.
Desvío la atención y me centro en pensamiento, Desabrocho un botón de la camisa y genero una conversación con preguntas con asombro, cuando término el caliente y pésimo vaso de cerveza…

Imagen



Parece que todo se vuelve niebla. Caminar en la cuadra santa no entusiasma ni a un moribundo. Pero se puede curiosear la arquitectura de la iglesia: una estructura tan pensada como los rezos de santa María desde centenares de años. Los picos altos góticos, donde se haya la campana y algunos murciélagos (nadie admite la rabia en este lugar sagrado), que viven sus espíritus por las noches cuando las monjas desnudan sus hábitos y pecan a escondidas. Los alambres de púas que recubren sobre la pared paraque ningún infeliz entre a robar el amor de Dios. La vejez religiosa que se convierte en la grisácea mugre del descuido apropósito (ortodoxa incontrolable de la creencia y de la estética), que se asimila al cielo desde este preciso momento.
Transcribir la repugnancia desde afuera precipita una duda(interior quebradizo de enojo); ¿qué tal sería si encontrara adentro los últimos rastros de la gran mentira?
En la entrada, los imparciales discapacitados y limosnero levantan su lástima a cambio de una ayuda formal para la supervivencia de sus días. Creen que la piedad se halla en las puertas de los que pasan y saludan a las variedades de estatuas que se encuentran en el patio. Otros se refriegan de agua bendita para limpiarse de males(vino legendario hecha agua potable) Sin embargo, pocos acudan a su ayuda.
Los actores principales se hallan adentro y por el costado de la dinastía. Donde los asientos se llenan de infractores y piden por sus asuntos. No puedo evitar, estando afuera, la conversación de una mujer llena de paganismos:
—Virgencita, ayuda a mi papá en esta enfermedad y dame fuerzas para resistir el embarazo—. Los pedidos son más que debilidades caprichosas que encierran un panorama de fe en cualquier imagen. Tampoco pude controlar la risa de la multitud que se acerca.
En cuestiones tempranas, se acerca un presentador vestido de negro y con una cruz gigante en el cuello, pregonando e interpretando las bendiciones de Lourdes en toda la tierra (miles de competidores hechos santos) e instalando la verdad de la vida por sobre todo la perversidad del nuevo mundo (hipocresía de la misericordia no recordada de las espadas bañadas de sangre de los desubicados) y ora por la paz violada.
Retiro inmediato de la manada, cuando la lluvia desata su orgasmo con disciplina y me arrebata el espíritu, escapando de aquél lugar…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fotos


—Resulta imposible esa petición en éstos momentos—. Emisor gastado para la atención del sordo fenómeno.
—¿Reaccionas ante la pandemia de la secreta enfermedad? ¿Sólo podes reír en tu sombra?—Autismo melodramático de quién nada entiende de la copa rota de los primeros brindis. Enfado peculiar del tutor que busca despertar.
—¡Creyente de iglesias góticas en la idea de una fuerte luz! ¡Maldito viviente de toda esta muerte que llega! ¡Intolerable amor suave de tus suspiros! ¿Alguna razón para no afligirte?— Ritmo clásico en el centro del coliseo vacío, Admiración genética que sujeta los retos.
—¿Necesidad de desmentir un “tal vez”? ¿Dar a conocer tu cansancio de lo indigno? ¿Educar los sueños para que no te sigan manejando?— Pliegue a la reacción de lo injustificable antes pruebas que no se deben tomar, ni llegar a sentir en el pecho de la inocencia, que arde en la hoguera de la ingratitud para dejar en claro LA mirada aborigen por sobre todos los riesgos, que culminarán en el dolor…

Ahí arrodillado

Atento exceso de desafiantes obstáculos en el invierno calmado. Concepto de riesgo para alcanzarlos y no detenerse. Punzón en el corazón herido y en la respiración dañada de un oxigeno que no recorre su verdadero terminal. Puños de nervios en la arena mojada, vaporizada por el enojo y el estallo de la raíz que sacude la desesperación. Intento de habilidad para no ofrecer lástima a las curiosidades infantiles que están alrededor, amando con aprecio la suerte de no ponerse en su desgracia.
Incontrolable risa eufórica de un pequeño espacio de sed, abrumado por el presente sol invernal, por la helada rábica que aplasta su cuello tibio y, dejado por los farsantes amigos que lo ven de lejos; entendiendo su discapacidad, mientras arranca los yuyos del tiempo e inhala el aburrimiento para su durabilidad, ansioso por la ida de su mal (basta de pensar, amiguito), esperando tranquilizarse para no ahogarse dos veces…

Perfiles

— ¿Cambiaría la dignidad por el inexistente frío que busca su aliento?—. Naturalidad y habilidad en la cuestión más fácil para el decaimiento periódico, que construye el verdadero dogma hacía el aprendiz calmado:
—No encuentro pistas ni resoluciones para la pregunta enredada. Podría estar cerca si dijera: “Vendería el dolor de cabeza si encontrara un motivo para no amarlo. Si sintiera incomodo la fiebre de mis ojos, tras ver la iluminación empalagosa fundiéndose en mis ideas, ¡y en esta mirada reflexiva!”. Sin embargo, quedará para mi conversación personal y no para tu respuesta—. Incursivo decir en la profunda imprenta de la duda. Evidente evite para descubrir el por qué de tantos accidentes:
—Siempre con el capricho del misterio, con la cicatriz intacta en su discreto rostro. Nunca una única opinión en su regazo, ¡deben ser miles! ¡No importa la reacción, sino todo el por qué! Me acuerdo de un dicho tan reflejado que me dio a conocer: “Salomón ha tenido mil mujeres en su poder, sosteniendo su autoritarismo en casa beso. Y yo tengo mil nebulosas, que las busco, antes que me dejen, para besarlas y olvidarlas. ¿Quién necesita demostrar “la hombría y la ambición”, el hijo de David o yo?”. Esa vez no pude revelar tal discurso, Tampoco ahora, pero me acerco a adivinar en cualquier momento—. Patética manera de desequilibrar un adversario amistoso, por el ego inocente de párrafos olvidados:
—No te bases en mi formación. No resuelvas crimines a simple vista; acordate que existe un por qué. Nadie es salvo solo porque no se enoja, ni siquiera por no tener diferencias. Toda entrevista muere cuando el entrevistado curiosea al entrevistador, y éste no sabe responder en forma profesional. Por ende te formulo: ¿Realmente son las preguntas que sentís o son las conocidas improvisaciones para no concordar conmigo?—. Bala de plata en la sien de una cabeza de cera en el verano deprimente. Ambas risas perfectas de astucia y planes para ninguna victoria:
—El carisma no logra crecer en proporción con la simpleza o la bruta modestia. Jamás la concordancia estará de mi lado con usted. Sería el fin de las inundaciones nerviosas. Lo cual voy a rendirme a usted solo por su solidaridad por ayudar en su guerra y dejarme verla de cerca. Y tengo resuelta el enigma: Salomón solo fue un títere. El que busca la hombría soy yo, y el ambicioso es usted, nunca terminará de conformarse con la vida, ¡ni con usted mismo!—.
—Va entendiendo, amigo mío, con mucha clarividencia…—

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Estrategias

En efecto, la caida no significa una perdida, no elimina la cualidad indeterminada de tantos intentos de cambios. Derivan las transformaciones en presentaciones formales y de grandes apariencias para legalizar una inquietud, que no puede ser tratada por una base, custodiada de politicas bizarras, tan indigente como las creencias sobrenaturales. Intentos para atropellar el cemento hecho roca sin recibir moretones por la razón, no propaga una salida inteligente. Indultar las asociaciones del "deber universal" ridiculiza el proceso de varias funciones de la única rebeldía.
Amortiguar la espera, aumenta la desesperación del criterio sólido, que en poca agonía se sorprende y muere, lentamente, dulcemente...

domingo, 31 de octubre de 2010

Formas de amar

Un Amor ocultista en aumento. Encuentro forzado solo para sentir tu piel y recordar tu belleza. Diálogo silencioso en la próxima tormenta que se avecina (claro entendimiento de la dinastía de tu seducción), arriesgando el adulterio.
Distracción absoluta y renuncia de la democracia (pueden desaparecer todos de esta trampa) para que continúe la alianza de nuestra deformación. Y por tanto, seguir con la paradoja de un verdadero amor, transmitida por sensaciones.
Beneficio inútil de las frescas palabras que puedo admitir (no te vale los poemas, ¡necesitas mi cuerpo! ¡Mi lujuria!), sin cambiar el estado de tu brillo ni el tiempo de tu obsesión (mirada de vapor, piernas desnudas al igual que tus pechos que me imploran), que siento en lo extremo.
Lance exitoso al centro sin regreso de tu afrodisíaco deseo. Amándote de verdad en tu profundidad, mientras el suspenso de la lluvia avanza...

miércoles, 27 de octubre de 2010

Nexos

Renuncia de temperamento en los desafío aburridos de la inculta racionabilidad(no se puede creer, sino sentir inmensamente) por sobre la consecuencia exigida y repetitiva de la primera causa.
Des márgenes e incoherencias de los prohibidos pensamientos, unidas por utopías maliciosas, que no contestan a las ofensas de las monarquías de la sabiduría(el humor rancio afecta la conciencia) y callan de modestia. Enfureciendo y derrotando el plan insulto-choque, que se creía invencible sobre el perfil bajo(el poder enferma la vanidad) e ideando otro ataque emocional para retener la CATÁSTROFE.
Excitación y orgasmo del nihilismo en casi todas las locuras ardientes en la única sensibilidad existente de otro capitulo

domingo, 24 de octubre de 2010

Falsificar


Dicen que el asmático respira aire puro en los rincones húmedos. Sospechan que el condenado a muerte vive con abierta felicidad los últimos momentos. Revelan que Jesucristo sintió el verdadero placer de la inteligencia, al alzar su voz entre el sol y los cuervos: “¡Padre! ¡Te odio!”
Muchos hechos que autorizan la subjetividad de chismosos y tercos corsarios, que encuentran rebeldía por la versión exacta, y convincente, de la teoría. Tildados de demoníacos falsificadores de historia, drogadictos de astucia contra las olas. Echados y borrados sus nombres de páginas mugrientas con cera de vela vieja y tinta negra brillante de ignorancia.
“Transformar y matar seria la clave” Quizá suspiraron, en diferentes tiempos, germanos en busca de LA RESOLUCIÓN para la próxima y dura vida moderna…

miércoles, 20 de octubre de 2010

Infortuna sobre un simple complejo

— ¿Te gustó la torta que te compré el otro día?—. Pregunta el tímido inocente adulto (lo llamaremos “simple complejo”) a su desafortunada y desdichada mujer(llamémosla “infortuna”) del otro lado del teléfono.
—Mas o menos...—. Voz cruda de asco y un total enojo por el desconocimiento del simple complejo sobre los gustos de su amor.
— ¿Cómo que no sabes? ¡Tiene de todo!: merengue francés, crema suiza, chocolate amargo…—. Situación peligrosa al escuchar un respiro nada bueno de la infortuna sobre la explicación de buena calidad:
— ¡No me gusta el merengue! ¡Ni las otras cosas! ¡Me conoces! ¿¡Todavía no sabes mis gustos!?—. La impaciencia se hace escuchar a los oídos del simple complejo: —A mi gusta el bizcochuelo húmedo, no tan meloso de dulces ni cremas. Deberías saberlo…—. Un suspiro de nerviosismo se muere en esas palabras para que nazca una risa minuciosa y una respuesta no muy adecuada:
— ¡Ah! ¡Lo más común!—. Posible declaración de guerra inconsciente hacía el imperio de la histeria. La voz comienza a levantar y atacar como se suponía:
— ¡¿Qué!? ¿¡Quién te crees que sos!? ¡Me hablas de común a mí! ¿Tengo que poner soda al vino fino para poder tomar, como haces vos, para dejar de ser común? ¡Sos un básico! ¡Aparentador de Recoleta!—, Descargas ardientes al tímpano del simple complejo, sin ningún comentario grosero aún, pero si una molestia que le duele:
— ¡Ya sabes que no me gusta que me digas básico!—. Carcajada de parte de la infortuna y tristeza del terreno destruido de verdades:
— ¿Y cómo querés que te llamé? ¿Idiota? ¿Careta?—. El, saca el micrófono de su oreja para no escuchar más verdades. Vuelve a ponerse y cambia de tema:
— ¿Qué estabas haciendo, hermosa?—. Amable y dulce pregunta tras las heridas de sangre:
—Estaba y estoy mirando por tercera vez una película: “Lo que el viento se llevó”—.
— ¿”Los que el viento se llevó”? ¿Cuál es esa?—. Otra vez carga el 22 en su propia contra:
— ¿Me estas cargando? ¡El sábado la miramos! Claro…Como estábamos cenando, estabas pendiente de las empanadas y pizzas ¡Angurriento! ¡Nunca podes calmar la ansiedad ni por un minuto! ¿Ves? ¡Sos un básico!—. Rabia y risas de parte de la infortuna por el armamento poderoso en contra de las costillas del simple complejo, agachado con las manos encima de su frente soportando todos los males. Sin embargo nace optimismo por que la hace sonreír:
—Por lo menos te escucho reír y no llorar—.
— ¡Para algo tenés que servir!—. El clima se traslada a una decisión complicada de un descuido:
— ¿Conseguiste el lugar? Tu hijo es inquieto—. El acontecimiento feroz se inclina sobre la búsqueda de algún centro clandestino de aborto para el amor gris que se haya en las entrañas de la infortuna.
Un escalofrío de culpabilidad recorre por el estómago del herido naciendo lágrimas, apenas:
— ¡No me lo digas así! Para mi es difícil todo esto…—. Primera piedad de la infortuna hacía el simple complejo, pero no puede mantenerse callada:
—Para mi también lo es. ¿Sabés lo que es tener esos síntomas? Por supuesto…Como sos hombre no vas a entender las leyes de la naturaleza que tenemos que afrontar nosotras—. La charla se manifiesta de otras circunstancias, mientras la conversación se desgasta y el amor se repela por el carácter infiel de una realidad que lo cambia, absolutamente todo.

Obligación


Menesteres que cruzan con los objetivos. Valor único para la trascendencia de la aventura (no puede haber solo un bien en cada parada) y la desaparición de un momento físico.
Fiel discurso de la protección inútil del arrebatador, decorada de pimienta en la mirada temible. Escudo de acero en acción frente a los besos que no se sienten y a voces que no se entienden.
Filosofía altiva desde el sensible infierno, apuñalada de sabiduría impropia del viento y amada por la soledad…

Variaciones


Desmentir la injuria. Complicar el querer pensante en un tartamudeo nervioso a continuación de palabras simples. No expresar de forma universal la mirada seducida para el monumento de confusos minerales (no me interesa la calidad, se haya oro en tu piel) que desequilibran la imagen. Persecución inexistente de la moral, sujetado de defensas impenetrables que intuyen daños en los costados; y rápidamente disueltas por confesiones, cubierto de un lenguaje entendible (no hace falta sonidos para tus oídos) y de un amor inquebrantable que admite la naturalidad. Climax exuberante en aguas heladas para la fiebre de tensas estaciones…

domingo, 17 de octubre de 2010

Una persona simple...


— ¡Sos la persona más simple que puede haber! Puedo analizarte a través de tus gestos y de tu tartamudeo—. Una sinceridad tan nefasta, como el vaso de cerveza vacío, se escapa de la voz de mi amable amigo. Empezar una conversación de ésta índole, tras meses sin vernos, es la evidencia de que esta enamorado y sufre por una mujer.
— ¡Estas mintiendo! Cuando una persona desvía la mirada hacía un costado es porque no se haya seguridad y oculta la verdad perdedora—. Más perfil alto en un lugar indicado: en una pizzería. Demostraciones de crecimiento por el comportamiento, cuando otro análisis policial se descifra mientras me rasco la oreja.
—No quiero ser fanfarrón en mis teorías. No intento que te moleste mi forma de ser. Me gusta el significado de la palabra “comportamiento”—
—Me he dado cuenta, Freud. No me enoja que experimentes, ¡pero no lo hagas conmigo! ¡Déjame, por lo menos, masticar y tragar la porción de pizza!—. Ambos reímos de amistad. Me pregunta sobre mis días y el rumbo que he de tomar. Respondo cada incógnita, alargando las respuestas, pero no consigo satisfacerlo:
— ¿Por qué reaccionas así? ¿Temes que no te crea? ¿Qué diga algo sobre lo que decís? —La impaciencia se vuelve una botella de cerveza y la densidad en más murmullos. Por fortuna, llaman a su celular y deja de atormentarme. La novia busca explicaciones por el horario de su ida; él se hace el fuerte ante los reclamos, pero no logra disimular el compromiso.
— ¿Sabes algo? Puedo deducir tus gestos. Cuando frunciste la ceja es por que te retó y cuando cerraste los ojos es por que te dijo que vayas a su casa—. Ocupo su lugar. No ríe tanto como antes, pero continúa esa mirada dura ante mi risa:
— ¡Nada que ver! Sé manejar la situación. Pedí la cuenta así nos vamos, es tarde—.

Capacidad


—No puedo seguir besándote, sabiendo que amo a otro hombre. ¡Perdóname!— .Extraña jugada de una cursi y confundida mujer, que entra en guerra con la fuerza del pálido corazón. Mastica el ajo verde y se deja emocionar por el gusto podrido.
—El momento fue dulce. Olvidé su imagen cuando hablabas del acontecimiento dramático que ocurriría, si nuestros pecados se fusionaban. Sin embargo, cuando el beso se instaló en mi, volví a pensar en él. Sé que me destrozó y me usó, ¡pero lo amo! —.Culpa dañosa, al ver a la víctima en silencio. Ya no tiene la mano encima de su cintura, los cuerpos no se brotan por el alejamiento de decepción. No cae las risas repetibles que alguna vez la baño por completo. Se haya meditación en cada explicación.
— ¡Decime algo! ¡Por favor! ¡No quiero jugar con vos! —.Busca repudios hacía si misma, escondiendo todos los robos que cometió. No consigue sacarle voz al usado. La mira y le tiene lástima. Otorgó, por decisión del motor de sangre, las vacaciones al trabajo duro del amor en sombras, que a ella le gusta tanto dormir.
—Hasta siempre—.Se va de ella, sin estar apenado. Le da la espalda y camina. Intuye las lágrimas forzadas de la ingenuidad de la que dejó a tras y prende un cigarrillo riendo, refrescado de sol.

domingo, 10 de octubre de 2010

Clemencia

Calcinada clemencia. Piel encubierta de rechazo, que por esas causalidades, estaba desnuda ante el sabio invierno, de cada ojo, cuando se hallaba optimismo. Cansadas ocasiones en que la confesión fuese la “mentira” para los que fingen ingenuamente (atención transformada en polvo cuando la pupila se centra en universo) a las alturas de varios infiernos.
Ultra ofensivas de amor en sus inicios, soldados de secretos impunes, para el convencimiento de triunfo. Desarrollos que disminuyen la velocidad (alquitrán al borde de una explosión en los pulmones más fuertes) y duermen sobre sus propias trayectorias.
Tierna desaparición en el lugar menos pensado para los juiciosos, pero encontrada por los vientos al mezclarse de lágrimas bien secas…

Criatura

Todos aman a la criatura. Encariñan sus defectos para toda la atención del ausente seducido (deduce el razonamiento de las masas), que sigue escuchando los desafinados murmullos de los autores.
Agudiza su permanencia en la lealtad, desatando los enfados de los que se ahorcan (por dos granos de amor sede su gran orgullo) y resisten, caprichosamente, de su mano.
Desubica sus planteos por las miradas aterradoras que marcan su debilidad (una vez más, el sol se establece como figura: encarna los puñales fuertes para el cierre de sus parpados) y agacha las prioridades y piensa otro fin abierto.
Se amarra de flexibilidad, cuando las respiraciones se tiñen de traición y lo encare, de nuevo…

domingo, 26 de septiembre de 2010

Siglo XXI

Ebriedad y ácidos en una obra maestra, sedimentada de transformaciones para la consecuencia del fin. Peso pluma de la conciencia en contra de las toneladas del universo y reiteradas extras para alcanzar solo un rasguño.
Aplausos y ovaciones de raros productos impuros, que la interpretación simple ensucia y equivoca los suspiros (palabra desconocida convertida en reina) de ojos bien rojos.
Exagerada pimienta en la salsa demente del mismo menú de los principios ancestrales, que mantiene el mismo gusto de perdiciones inentendibles.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Desubicación


Azúcar salada en la grieta de una desubicación. Única alergia mortal que desequilibra la respiración artificial de un vivo y enfermo peregrino. Enojo con simpatía que hace dormir a todos los dioses de bronce en la muerte más santa de su merecido castigo (y pensar que sus principios eran inviolables).
Menciones de un progresismo que va más allá de lo acordado y satura el bien de los perdedores.
Relámpago que da aviso a los confundidos, que necesitan vida eterna para el último párrafo de su sospechado cuento improvisado (final feliz, importancia del amor) Señal de alerta para aclamar la última gran lluvia y después, consumirse como un fiel amante…

Algún que otro pacto

Habíamos hablado del reto. Planeamos la presentación, si la estructura hubiese sido resistente, dulce y estimulante; para mostrar la maravilla en este asqueroso siglo XXI. No juré mi permanencia en tus viñas, la cual, estuve acostado el tiempo que fue necesario para respirar la barbarie de tu amor (por la boca, frescura mentolada), que elimina la vieja resistencia.
Hablé de un futuro sin tregua, mencionando el deseo inseguro de los supuestos sucesos que ocurrirán si los defectos no reencarnen en coquetas mentiras ni el tacto corporal fuese solo una llamada del viento.
Firmamos los papeles, pero nunca fijamos otro encuentro…

Algina

Esforzarse no significa nada. Bañarse entre aguas heladas no provoca un heroísmo. Apretar el puño de resignación no forma parte del imaginado éxito, que en otros tiempos fue esperanza de una minoría.
En tanto, estas líneas serán sustituidas por tontos comentarios de amados enemigos, que admiten su derrumbe en cada error; cuando inhalo el tiempo y olvido este quebrantado fragmento…

Enseña

—Sentate en la cama y escucha lo que te voy a leer— La miro con seriedad a mi sobrina de tres años, que presta atención a lo que no entiende. La lectura se basa en un poema de puras lesiones. Escucha y sonríe en cada frase, mientras se cruza de piernas como una señorita y pregunta algunas cuestiones que no puedo descifrar.
Después de terminar, ella toma mi lugar y se propone a contarme una breve historia: —Escucha, tío. Había una vez un guau guau…— Las repeticiones de esas oraciones fueron densas, pero interesante tras oír un pequeño cuento de una nena terrible y con gran carisma.
—Vas a comprobar, algún día, que todos mis retos fueron necesarios y vanos para tu educación— Ríe a carcajadas por mi seriedad y sale de mi pieza corriendo…

domingo, 12 de septiembre de 2010

Donde nadie esta

La idea de verlo era desacertada y muy chocante: acostado, con los ojos cerrados y su mano encima de la otra; mostrándose en público su parte humana. Pero tenía que estar allí, al lado de la rubia que no salía de su lado, llorando angustias y sorpresas sabidas. Debía abrazarla, decirle algunas frases de consolación, tal como: “Dios lo necesitaba, por eso se fue” “Formará parte de una estrella y te iluminará por donde vayas” Sin embargo, ella sabía lo que pensaba en ese momento y que ninguna tontería saldría de mi, solo un beso tibio y una palpada en el hombro. Bastaría para un consuelo verdadero y un amor raro al mirarla para hundirme en su dolor.

Todo fue rápido. Salí lo más urgente de la reunión de despedida de su padre, hasta que topé con la hermana de la rubia, acompañada de su novio, lloraba a cántaros en el infierno de sus ojos. La besé y dije: — ¡Fuerza!—y salí afuera.

El ataque de ansiedad era abundante, el impulso de escapar se ligaba a la culpa de dejar a la rubia sola y no haberla abrazado con todas mis fuerzas y llorar junto a ella y besarla de fuego. Intente entrar varias veces, pero mis latidos entorpecían mi conciencia como el calor hirviente de mi frente.

Un compañero idiota en común se acerca a mí y asiente: —Hoy tuve un día agotador en el local. Se vendió bien. Yo solo vendí siete mil pesos— El narcisismo desubicado y la estima alta de tal infeliz entorpecía el ambiente, donde importaba fortalecer a la familia. Lo recalqué con una respuesta evangélica: —Te felicito. ¡Sos el mejor!—La evidencia de mi sarcasmo lo avivó y se metió adentro de nuevo. “— ¿Así serán todos tus malditos seguidores—“ Miré ingenuamente al cielo buscando una solución.

Había más personas en mi entorno. Reunidas en la puerta, fumaban y hablaban de algún tema especial. Otras lamentaban la pérdida, refugiándose en abrazos y pésames.

—Esta lleno, ¿no?—Un chismoso veterano pregunta a sus conocidos, tras llegar con curiosidad y enterarse de que su incógnita fue la respuesta. No pude describir lo que sentía tras oír la voz de ese idiota.

Ya intranquilo, decidí irme, alejado de la rubia que tanto quiero. Sabía que estaba con seres que harían lo posible por animarla. Caminaba sin pensar en el tiempo, sin importar el peligro. Solo deseaba estar con ella en la incertidumbre de la realidad, cuando mas me alejaba, más me cansaba…

domingo, 5 de septiembre de 2010

Sátiro


Sátira pulsación punzante a la sangre fría. Cuerdas mordidas para retener una fragata que no tiene puerto, ni cañones disponibles. Estímulo hipócrita al tratar de besar la mejilla del querer, sin siquiera apretar la voluntad verdadera de los espectros luminosos de aquellos valles infectados de mentiras. Márgenes densas de las requeridas afirmaciones de quienes desconfían de la irrepetible elección y buscan una espontaneidad irreal para no correr riesgo.Alejamiento destinado. Potestad inútil de los esclavos, exhaustos de su vaga libertad. Felicidades deformadas de obsesiones y extraviadas junto al sol, que muere en el horizonte…

domingo, 29 de agosto de 2010

Cuarto cruce

El cuarto cruce del pasado en una noche nada especial para los recuerdos. Veo venir los tiempos vivos de una rara niñez; se acerca con pasos largos y un reconocimiento total de mi rostro no olvidado. Chocamos y nos saludamos. El, saca diálogos de su pantalón sin bolsillo y narra sus sucesos más ásperos cuando el paso del tren se hace escuchar, en la esquina.

Estudio su mirada enojada y a su cigarrillo consumirse entre sus dedos de la mano siniestra, cuando habla de su actual vida y de sus traspiés en este mundo de algodón. No para, el suspiro concuerda con su dolor y la calma enfoca sus dramas en mástiles que no caerán (percibo la falta de su bandera, la que quiere) por la fuerza de este viento urbano.

Detiene su ejército en una sombra que da tranquilidad a su aliento y pregunta de mí y de lo que he hecho (poco importa, él es el principal) Predico las épocas de nuestra infancia, donde importaba la diversión en conjunto con la fe intacta de travesuras. Intercambiamos hechos buenos por sonrisas. Sin embargo, su mirada no se sensibiliza ante la inocencia común, pero afirma la falta de algún pedazo: —Tengo la necesidad de amar y de que alguien me diga “te amo”— El enigma de la dureza se vuelve cursi, una canción romántica del desborde total de la dulzura. Lo escucho rendirse por esa falta, me sorprendo y río disimuladamente.

Despido su presencia con buenos deseos y lo dejo a tras. Camino las mismas calles cuando iba a la primaria, con el guardapolvo y la mochila. Imagino y vivo esas escenas, mientras la noche duerme y mis caminos siguen.

Monja desnuda

—Santificado sea tu nombre. ¡Oh padre celestial!— Es el repetitivo rezo de la devota, tras irse a la cama. Desviste su indumentaria y lo guarda cuidadosamente. Queda desnuda debajo del pijama y se acuesta en la cama blanca. Contra la pared, se haya el crucifico que cuida de ella todas las noches (oxidado y tenebroso cuerpo de Jesús) tras su descansar. En los días de luz, lo lleva encima de su cuello (esta estancada por los mismos clavos del rey) tatuado, por el apriete de ese amuleto.

Observa la tenue luz de la luna, en la ventana que da afuera. Guía su atención en la oscuridad de su sueño, sin importarle el mundo exterior. Hace fuerza para dormir, quebrantando su actual velada con pensamientos, pero no lo consigue. La incomodidad, da hincapié al temible recuerdo del sacerdote joven. El sabio santo del amor de Dios, mensajero confiable de la verdad y la justicia. El joven de 28 años, ojos pardos, pelo castaño, cuerpo de guerrero romano y sonrisa bañada de la gracia de la virgen María. Piensa en él, la forma ilícita de una hermana que siente deseo por ese hombre, pero niega con hipocresía el impulso.

El calor hechizado, llega a su entre pierna, mientras la fantasía alfabetiza cada perversidad de su ingenio. Se esparce por sus entrañas, circulando por el abdomen, cruzando sus senos fuertes, hasta llegar al licor de su lujuria, su boca. Injustamente, se insulta y se maldice por lo que afronta. Pero la calentura sigue sin restricciones, ni espíritu santo que lo detenga. En sus manos se halla Satanás y Eva, que la conducen a donde comenzó la braza. Lagrimea de culpa y deja de ofenderse. Se masturba pensando en el joven. En situaciones que él esta encima de ella, rompiendo su cárcel de algodón para hacer el amor en la iglesia más roja de la santidad.

Aprieta sus labios y evapora los primeros gemidos de su placer. Siente la vida de la mejor manera: guiarse por lo que siente y no por lo que debe.

Se queda dormida. El sueño triunfó, por única vez, por la pasión carnal ficcional. Sin distinguir a la fe absurda del guarde total en el armario más viejos de cientos de años. Su sonrisa oxida más a ese crucifico, que la mira sin parpadear. Una pequeña lágrima chorrea de sus ojos cuando el amanecer refleja todo su color en su rostro limpio y suave…

esguince

Todo fue un esguince. La manera de sustentarse bajo una piedra fría, tendría su lógica en algún punto; sin evitar toses secas y congestionamientos nasales. Tales fueron las irracionalidades que el desconocer fue una experiencia; tras los pasos de una intuición que dormía más a los ojos agotados.

Plantear las peticiones del aprendiz amor, fue el modo más ingenuo de brindar amistad a un paisano que no sabe escribir.

Correr bajo ningún cansancio las millas que no se ven, pudiera ser motivo de desconfianza y creer que, el dolor transmite la adrenalina del no parar a cualquier destino, que se había pensado.

Todo fue un esguince y ahora en un cansado sueño…

miércoles, 18 de agosto de 2010

Arte de encajar

— ¿Cómo te llamas?— Pregunta la hermana de un fiel amigo, mirándome fijo, acompañada de su amiga. — ¡Edilson!— Respondo con agresividad, tras el ruido de la música intermitente y la muchedumbre que roza cada instante mi cuerpo.

Doy vuelta para acompañar a mi compañero, ingiriendo cerveza. — ¡Movete un poco y disfruta!— Se enoja y se pone nervioso, tratando de agarrar el ritmo del boliche. Comprende que, no puede engañarse, tampoco se siente a gusto. Disfraza un panorama que no existe y sigue su mentira.

El exhibicionismo femenino evoluciona: escotes impresionantes, polleras anti eróticas y vaqueros bien apretados. Eso es la noche, un placer sistemático de música, tragos, consumismo corporal, drogas y el cigarrillo.

— ¡Que buena que esta esa morocha, boludo!— Plasmado y desesperanzado, advierte mi amigo, entre tantas jovencitas que pasan a nuestro alrededor.

—Voy al baño y vuelvo— Aviso a los otros y encamino a refrescarme. Las niñas bailan entre si, coqueteando con la lujuria fácil de los varios infelices que atraen. Sigo, la música aturde mi razón, los empujones se vuelven pequeñas rutinas y el cansancio tortura mi cuerpo. Llego, enjuago mi rostro, no miro al espejo, pero medito algo que no puedo descifrar y salgo inmediatamente. Repito el viaje de vuelta y me encuentro con los que vine a esta pocilga. —Me toca, voy al baño— Dice mi querido amigo y se va. Me acuesto una vez más en la barra. Contemplo a las meseras que se apretan entre sí, por algún ritmo pegadizo, para llamar la atención. Les doy la espalda y observo, por última instancia, a la hermana de mi par con su amiga, que estudian mis movimientos fríos (hablan de mí, murmuran), cuando estoy por acabar el último vaso de cerveza.

Reemplazo el ambiente con la imagen más hermosa de esa noche: la puerta de salida. Desapercibido, abandono ese templo putrefacto y blanqueo mi ida. Con la necesidad egoísta de huir y olvidar, olvidar, olvidar…

Hombre

Hay un hombre delante de mí: indeciso, complicado, ilusionista. Me estudia, saca conclusiones. Se detiene cada vez que escucha mi voz (no hay distorsión entre las canciones ásperas), con acento norteño; y marcha cada vez, cuando la meditación se despierta.

Hay un niño. En ese misterio noble se haya las causas de su juicio y su ansiada derrota. Gobierna las caricias de todos sus allegados, matando su propia ley.

Se encuentra un prófugo. Quiere pagar con una compleja justicia sus delitos que nunca se describirán por palabra y hecho. El castigo será la abundancia de la corrección.

Ahora yo lo miro. Duerme entre las atracciones y no despierta, no despierta…

Cometido

Acto del regreso lento. Disculpas tercas en el plano de un cruce (nadie espera, nadie quiere) casual y tan bizarro como la vergüenza. Grano de ofensivas entre las arenas espesas, que quisiste envolver (si un escrito alcanza, no volveré a mencionarte) entre tus manos para bañar tu rostro y ver que todo no pasa por los cielos. Mordaza a punto de romperse, tras el pecado imperdonable, que pronto cometerás…

jueves, 12 de agosto de 2010

Ejecutado

Ejecución de ansias. Enlaces que se descosen entre cada punto de un corte sorpresa. Apariencia hábil del engaño planeado, besando la inmadurez de la arrogancia. Pérdida homogénea de una intención solidaria (la virginidad no existe, arden tus piernas), que ríe sin gracia. Apresurado auxilio del compartir, sobre los rezos más sinfónicos del verdadero silencio.

Repetitivos ensayos para la misma obra aburrida de provocación convincente. Estimulo de decepción cuando se cierra, en breve, el viejo telón.

Procesos

Atrapado entre la ansiedad. Idas y vueltas para descansar la búsqueda (no quiero encontrar más ningún fósil), que alguna vez me ha llamado.

Identidad de voces ajenas, y única en mi estrofa (asombro, sorpresa del impacto), capaz de mirarme por segundos.

Heroica mirada, entre la depresión inteligente y la seducción permanente, cuyo logro, se enfoca, en los fragmentos que nunca escribiré en estas tierras.

Voz baja y cruda de un piano, que compone los himnos del afecto. Y que en este preciso instante abrirá las puertas de una orquesta.

Bello dolor del frío, inevitable pensamiento de tu presencia; cuando te pierdo, te pierdo…

domingo, 8 de agosto de 2010

Alguien

Hay un hombre delante de mí: indeciso, complicado, protagonista. Me estudia, saca conclusiones. Se detiene cada vez que escucha mi voz (no hay distorsión entre las canciones ásperas), con acento norteño; y marcha cada vez, cuando la meditación se despierta.

Hay un niño. En ese misterio noble se haya las causas de su juicio y su ansiada derrota. Gobierna las caricias de todos sus allegados, matando su propia ley.

Se encuentra un prófugo. Quiere pagar con una compleja justicia sus delitos que nunca se describirán por palabra hecho. El castigo será la abundancia de la corrección.

Ahora yo lo miro. Duerme entre las atracciones y no despierta, no despierta…

Tal vez amor...

— ¡No tengo ganas!—. Apunta a una tonta verdad el amable señor.

—Vamos donde nos demande la intuición—. Opta por una máxima diferente, en este trayecto. Concuerda con su espíritu natural y deja de pensar, tal vez por hoy.

Sigue impecable con sus palabras; aquellas que arman una fábula complicada (he dejado de tomar, para escucharlo) en cada explicación y que no se desfiguran, a pesar del desgano.

Continua su cabeza colapsada en la pared (sangra, el dolor se aferra en una risa convincente y una mirada confusa), y ruega por una íntima estimulación.

—Te quiero, imbécil—. Le digo, cuando termina sus inteligentes diálogos y tímidamente, bebe otro vaso de cerveza.

domingo, 25 de julio de 2010

Arte de alucinar

Falso engaño del conocer. Continuo monólogo del amor,

para distraer a los heridos. Frases de conversaciones

aburridas, que no alcanza la eficacia de las letras escritas de

un imbécil. Propuesta de un realismo prematuro, para

convencer, hasta que, el aborto es autorizado, enterrando esa

gorda ambición (no hay arrepentimiento en este cometido) en

un amable recuerdo.

Rostro con quemaduras vivas, bello ser que se extiende de

lejanía y juega a amar con ingenuos. Hasta que…