sábado, 7 de noviembre de 2009

Cortes y olvidos



Paranoia e injusticia aplacan mi respirar. Las ofensivas crudas manipulan los secretos de mis idas. Me acostumbro a perder vitales expectativas que mi razón necesita y que mi hambre de alma renegada sueñe por un minuto siquiera.

Me canso de analizarme, de tratar de sacarme esa espada enterrada en lo profundo, bien profundo de la herida infectada. De a ratos, cocía con tanza esos tajos intolerantes (con la espada adentro, abriendo mi carne), mientras regalaba palabras y hechos a un injusto (ángeles desnutridos, que comen los pocos frutos que tengo de vida), buscador de paz, buscador de... ¡Malditos sean! ¡Cortaron mis puntos y ahora tengo más dolor!

Soy rencoroso a las espaldas de mis usadores, pero... ¡Aún tengo tanto amor! ¡Aun tengo ilusiones que nadie me dará! Este veneno lo vomito cada vez y me suicidio bebiéndolo, con la sorpresa de una respuesta negativa para mis impulsos.

Mi nombre se borra en cada papiro de un aprovechador (antes estaban en blanco y pedían mi tinta, la de un verso amoroso duradero); lo cual, la existencia se olvida. ¿Tan ciegos me ven? ¿No se dan cuenta que tengo tanto frio?

Los rechazos se vuelven paranoias (¿por qué te adueñas de esa excusa?) histéricas, bordadas de escapes para no ahogarme y resistir con otro corte filoso. Dados por vos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

victimas