domingo, 11 de octubre de 2009

193...

-! Voy a llegar tarde al encuentro con María!- Confieso con alerta mientras termino de peinarme y arreglarme para esos ojos difíciles de esa mujer. El traje, negro de seda, hace juego con la corbata cobra y con mis oscuros ojos comunes, heredadas por generaciones portuguesas. He lustrado los zapatos más de 3 veces, con la certeza de ver que, la primera vez, nació el brillo con todo su poder; ignoré por completo y volví a pasar el lustrador 2 veces más...Ya he fumado 10 cigarrillos en media hora, sin recordar los pronósticos del Dr. Stegmann: "Debe dejar de fumar, antes que sea tarde" Rio por mi propia ignorancia y le respondo por adentros: "Ay Dr. Los tardes forman parte de mi vida, de mi instinto"

Pierdo la ansiedad de correr a esa cita, sé que ella también llega tarde a los encuentros...Cargo hasta la mitad del vaso de vidrio, el fuerte whisky, demoníaco, ardoroso y lo bebo con gusto. Al vacío, las últimas noticias de la radio, informan sobre la caída de las bolsas en todo el mundo: "El comercio y la industria se ven en la gran ruina, en este siglo XX" Mi asombro por este hecho, no irrumpe mi sonrisa mientras doy otro sorbo al escocés. La realidad actual, los guardo en el bolsillo junto a los cigarrillos. Los periodistas balbucean más terror, hasta que...Un buen tango, se apodera de todo, calmando las tensiones de penumbras en fuego de amor y otros demonios.

Me asomo a la ventana: el cielo pareciese tener una neumonía, gripe, quién sabe. -Tal vez, le agarro ataque de asma-. Asiento al ver las miradas del cielo, a punto de llover, a punto...

Me pongo el saco de lluvia, claro, y protejo mi cabeza con el sombrero "ministro" (parecida a la de Weston Churchill) negro y salgo tras esa dama...

-Y llora, no más- Me enfado con la lluvia, que moja y moja. Enciendo otro cigarrillo, y se empapa, pero igual lo fumo, y LA veo...Ahí esta, sentada en la mesa del bar (estoy enfrente de la ventana, no me reconoce), fumándose también, un delicado cigarrillo, con sus muñeca derecha echada para atrás sostenido el faso y su mano izquierda junto a su sien...Hermosa, rubia, ojos miel, cabello un poco enrulado. Contamino aún más mis pulmones y me arrimo hacía el vidrio y le golpeo. Rápidamente, su mirada hechicera (magia negra, que da vida), se direcciona ante mí y yo...Doy una reverencia: saco mi sombrero y me arrodillo debajo del aguacero porteño, consiguiendo una sonrisa de la rubia, y una seña para que entrara, de una vez.

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