Sufragio

Llegó la hora, el inesperado domingo me deleita con el cielo cubierto. Quizá a punto de llover, o tal vez una vaga simulación. El frío es intenso, como el calor de mi cuerpo envuelto de frazadas, y una campera para entibiar los pies.

A lo lejos oigo las voces de la radio, el panorama se torna denso por el minuto a minuto del suceso adelantado: las elecciones legislativas.

Pienso acostado, como darme fuerza para ser participe de un voto, pero me deterioro en no ir. Decido por un instante no votar, sé que es una responsabilidad que se debe cumplir, no obstante, prefiero no pensar y seguir acostado.

Vuelvo a reflexionar y me digo: "¡Tenés que ir! esta el futuro de tu nación" Sintiendo culpa, consigo fuerza y me levanto. Medito una vez más y me reprocho: "¡Sos difícil, pibe!” Conmovido por mi estado, opto por ir. Sé que queda lejos el lugar, sé estoy nervioso por la primera vez que tengo que votar...Sin embargo, tengo la obligación de derrochar mi ciega confianza por un representante mas o menos digno, con menos mentiras que los demás. De saber que puede cambiar un poco el presente y proyectar un rico futuro...Si, debo ir, elegir con mi más sentido de querer confiar en alguien. Lo haré.

Llamo al remis, me dice que espere 20 minutos, la demora es justificada. ¿Seré el único que toma un remis a las 3 de la tarde? Esos 20, se transforman en 1 hora. Más Nervioso aún, tiemblo; el frío y los nervios juegan en mi contra. Me refugio en un cigarrillo, por un instante consigo alivio, pero el cigarrillo se acaba, los nervios vuelven. "¿Qué te pasa?" "Tranquilo, es solo un voto" Si tan solo fuera solo eso...Se aproxima un coche blanco, machacado por la parte de adelante. Me subo al lado del chofer. Observo al conductor, hombre de 60 años, tal vez, con bigote al estilo de un unitario, con cara semi arrugada y ojos claros. Agarro el papel donde esta escrito el lugar de destino y le indico donde ir. Entablamos una conversación de política, le comento que es mi primer voto, y que estaba nervioso por ello. Seco en sus palabras, me aconseja elegir con total acato ante mi racionalización de por quién votar, y no votar sin saber. Escucho sus reflexiones con gran respeto, una visión distinta es bueno encontrar. No contaré su ideología, pero basta con una frase que me cautivo: "No se puede cambiar el caballo a mitad del camino" Un verso que identifica bien su pensar, como ciudadano.

Hemos llegado, antes de que abandone el auto, me indica dónde tengo que esperar el colectivo, al regreso. Agradecido por su buen trato, salgo del auto, y él se pierde en el camino...Entro al establecimiento, más tenso todavía, busco con desespero la mesa que me toca. Un joven, de 27 años, tal vez. Me indica donde es, y me embarco hacía la hora de la verdad. Intercambio mi documento con el encargado de la mesa por un sobre blanco. Me da la orden de ir al "cuarto oscuro" Ya adentro, miro pocas boletas que se encuentran. Algunas se repiten, otra no quedan. "es evidente que has llegado tarde" Permanezco un breve tiempo, pienso a quién elegir, miro sus caras, sus promesas, hasta que...Me decido y guardo la boleta dentro del sobre. Voy de nuevo al sitio, introduzco mi elección en la urna electoral, rescato mi documento de las manos de aquél hombre. Me despido con un "buenas tardes" a toda la mesa, recibiendo respuesta por parte de todos.

Estoy en la parada, aliviado por la huida de mi tensión, y por haber servido con mi deber civil, y optando por un representación que creo que servirá a nuestra sociedad...El colectivo estaciona a mi parada, me subo, encaminado de vuelta, pienso una vez más.¿"Cuántas personas han votado sin tener conciencia ?" "¿Cuántos mentes adoctrinadas por un partido, han vendido sus votos, a justificación de un sueldo y una comida?" "¿Jamás pensarán en el futuro, en sus hijos?" ¡Basta de pensar! Bajo del transporte, contemplo el cielo gris nuevamente, sin mirar a tras...