domingo, 6 de septiembre de 2009

Palabras, palabras, palabras y más palabras

Vuelvo una vez más a ese antro del abasto...La fiebre de alcoholes y drogas van en aumenta, como la creatividad de algunos poetas y músicos que suben al micrófono.
Yo, retrocedo algunos menos y llego a la barra, donde me atiende un verdadero americano, con ojos brillantes y con una jugosa sonrisa (ojalá pudiera responder con simpatía, pero no consigo), y pido una cerveza para adiestrar mi garganta...Me hago un costado de la barra y atiendo los versos complejos de los artistas clandestinos. Apoyo mi codo contra la mesa y reposo la pierna izquierda contra la derecha, y bebo del pico esa hermosa morocha con gusto a olvido y a estimulo....Las voces se escandalizan por tapar el arte(que en su puta vida van a vivir jamás, ese momento), naciendo enojos sin compromisos de los locos poetas. Lo borrachos se destierran, los drogados salen de sus aguas para formar parte de esa noche. Y yo...Observo caras conocidas que a menudo tropiezo, me hago el indiferente por algún tiempo.
Cansado, con la piel pálida y con un sueño traicionero, me atrinchero en la barra apartado del murmullo...Se acerca un amigo peruano, me reconoce a corta vista y yo a él. El saludo se propaga con el tipo beso porteño (beso en la mejilla, mejilla en la boca) y entablamos una conversación que se extiende desde el estado de cada uno hasta la intelectualidad de historia, cultura y por la mujer de castaño oscuro que adormece nuestra atención. El, toma el timón de la habladuría, mientras el pico del cristal se halla en mi boca y deja la malta esparcida por mi seca garganta. Me habla mirándome fijos a mis desconcentrados ojos oscuros; la velocidad de sus palabras es tal que, por ratitos me pierdo y vuelvo en el tema (a veces ascentir con la cabeza y decir: "claro", "si" nos hacen zafar), dejando una y otra vez la botella de cerveza en la barra. En circunstancias me tomo el gusto de relatar mi versión sobre algún sentir, cuando él también bebe de mi pócima...Noto debajo de su nariz algunos granos de polvo blanco, me abstengo de decírselo en el momento(lo tomaría como un juez, un juez sin pruebas), ya que, sus experiencias con su carisma me hace un buen espectador...Junto coraje y le indico esa observación: sin dejar de hablar pasa sus dedos por ese sitio y chupa a esa forastera...Después se pierde entre la gente, encontrandóme en soledad.
Una poeta, conocida mía, me brinda un cálido saludo y nos ponemos a hablar sobre los escritos de cada uno(siempre intercambiamos creaciones y nos leemos), esta vez sin beber nada de cerveza...Huye de mi presencia por una amiga que le habla por la espalda, ambas se alejan
Termino una cerveza, sin dejar espuma ni humedad, gozando esta vez de más poesía libertadora, esa que mata la crueldad por 4 horas. Decido pedirme otra rubia(es la sed, sed de garganta, sed de agonía, sed de serenidad, sed...), sentándome en una banqueta despechada dejada por algún pecador. Se aproxima un poeta(poeta verdulero, poeta paisano, poeta porteño), amigo de hechos y sueños, compañero de noches, madrugadas...Hablamos de la crudeza de las acciones de este clima y nos elogiamos mutuamente de arte y sensibilidad, brindando con la adolescente alcohol...Se esfuma, otra alma, otro amigo.
Rio con euforia por la buena escena de desquiciados que no luchan por un destino, perdedores de la corriente barbárica de los otros y vencedores de rutinas impagables...Delirio diabólico y poco religioso, muy caótico

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