martes, 15 de septiembre de 2009

Nada puede...



...Mantengo la vista adelante, las olas golpean los costados de mi bote(algunas aguas se meten adentro, siempre estuvo rota la nave), sus fuerzas impiden la estabilidad de mis brazos que, no pueden manejar los remos(maldito Dios, ¿por qué pones maldad en la mar?), en consecuencia, me desvío del camino, de un supuesto atajo, a la nada...Pude engañar a mis destinos(¿lo crees?, ¿lo sientes?), pude demitir falsedades que me han atado a lo largo de éste tráfico de esperanzas de vida(¡¡siempre buscaste FE!!, ¡nunca esperanzas!) Si...Buscar sensaciones que uno no siente, solo por el capricho de creer que soy una persona más, me han crecido incertidumbres; la cual fue un motivo más para contradecir un mundo, una sociedad, una persona, ¡una hipócrita alma! Escurrí personalidades varias (jamás pudiste comprender por qué, la espontaneidad de esos actores sin reconocimiento te volvieron un verdadero auto desconocido), para cada hijo de la Tierra que, miro las preguntas de mis ojos y las respuestas de mis risas; esas risas que libraron hojas de otoño frío, para perdurar en los veranos podridos de recuerdos flacos de esos infelices (ponete en la fila también, victimario de tu propia brujería).

Dejé en el muelle los amores curativos de cada penumbra, las inocentes muestras de realidad (en tu mundo de caos, esas realidades llenaron de amor tus sufrientes ojos, trata de no olvidarlo), mástiles cuando me caía en las sierras de demencia...Ahora, huyo...Huyo para no pensar, huyo para no tener frio-ni calor-. huyo para que nadie me extrañe, para que nadie me recuerde; solo quiero pertenecer a los silencios de éstas tormentas que me azotan, de ese sol negro que quema sin piedad, agarrándome sed y calor...Consumiendo pestes de mi elegir, y gozando de la oscuridad de un cielo que, algún momento fue celeste; parado en ese bote y exclamando a lo alto, con vientos que quieren tumbarme(no pueden, nada puede) Con mil lágrimas bailando en mis ojos y en la mejilla, acompañada de una risa diabólica que no puedo controlar. Vivo tormentas sinfónicas que se apiaden de mis ruegos para perdonarme la soledad, mi amada muerte...

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