jueves, 3 de marzo de 2011

modus operandi

—…Osea, siempre hay un trasfondo que desconozco de la psicología. Nunca la terminas de entender completamente—.

— ¡Toda la razón! ¡Te quema la cabeza! El análisis es complicado. Puedo estar horas y horas estudiando, pero no la entiendo del todo—.

— ¡Me pasa igual! Cada vez que leo a Freud me fumo un porro y es algo mágico…me abre más la cabeza—.

—¡Tal cual! También hago eso. Te ayuda a desarrollar más las teorías. Además, Freud tomaba cocaína, así que…esos efectos ayudaron a que sea un grande—.

—Algo sabía sobre eso. Podríamos titular “inconsciente químico” de ahora en más. Y subrayar la necesidad de un “recurso humano” para una explicación—.

— ¡Jajá! ¡Que buena onda! Me gustaría usar esos recursos para rendir bien los dos finales que tengo—.

—No tengas dudas. ¡Vas a poder! ¡Tenemos que reunirnos en mi casa! porque Julián no puede usar la suya; así vemos los temas que tenemos que estudiar. De paso jugamos un poco al ajedrez-…—,

—¡Dale! Decime cuándo. Así manejo los tiempos con el laburo—.

Conversación oficial de dos universitarios, que plantean sus rombos sistemáticos encima del colectivo. Seguida charla de supuestos florecidos (sol artificial, agua encantada), con sus voces altas y su ideología entregada. Molestia sin igual de mis oídos tras las siembras de su cultura (necesidad de formarse, transformarse en lo que no se imaginan) adulterada y tan amada por los rebeldes.

Cansado oír involuntario (cualquier parada esta bien) y abandonar sus territorios para encontrar otras razas, otro entretenimiento…

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