domingo, 14 de noviembre de 2010

Trato

El empeño se hace dificultoso. A simple vista, el valor es precioso, prometedor y agradable. Las presentaciones son aún más sobresalientes, atrae el terror aburrido de quienes jamás sospecharon que cierto momento, sus melancolías (comparación básica del verdadero desastre) fueran la transformación de una compañía y de un beso sincero, a la orilla de un desequilibrio demente de abrazos.
El dominio de espera fue considerado, el encarcelamiento de la desesperación y la ansiedad tuvo su condena corta (el tiempo se considera por la decisión) y la última palabra se votó como un mandamiento. Pero el escenario solo dio lugar a un crimen pasional, por miedo e inseguridad del magnífico número de todos los tiempos.
Nadie fue culpable directo (indirectamente siempre salen a la luz), según las autoridades sobornadas, que investigaron sin ir más a fondo. Las seguidas vertientes ocultaron esas desilusiones y las pendientes respuestas dibujaron historias corruptas, para el verdadero presente dañado, tirado en la irreparable cobardía…

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