domingo, 20 de febrero de 2011

Te amo

—Te amo. Pero no quiero estar con vos. Sé que no lo vas a entender, pero necesito tiempo para ordenar mi cabeza—. Nervios en la caída baja de la inmadurez por encima de la primera y única salida. Piedras de excremento para tapar el rayo de sol.

— ¿Por qué necesitas tiempo? ¿Vas a lastimarme? ¿Te das cuenta lo que será la consecuencia?— Asombro a las declaraciones sin sentido. Deducción de lo acontecido, mientras el dolor trata de filtrar la respiración.

— ¡Ya te dije! Quiero tiempo para pensar bien qué hago de mi vida. Nunca me compartí con nadie. Es triste amar a una persona y no desear verla. ¡Eso me pasa a mí! ¿Pensas qué no sé que voy a lastimarte? Me siento mal por hacerlo; pero no puedo hacer nada. Te pido algunos días, sino nos olvidamos para siempre—. Contestación pre-infantil para las preguntas simples que advierten justicia.

—La verdad, me siento usado. Fui verdadero en casi todos los sentidos de tu vida. No merezco tu egoísmo desprolijo y tan idiota—. Bienes que se forman juicios para una única victima.

—Son así las cosas. ¡Perdóname! Me voy. ¡Chau!—. Media vuelta e ida de las manos limpias, que acaban de lavarse. Ultimas palabras del gastado frío a los oídos de la lejanía:

— ¡Anda a la mierda con tu tiempo!—.

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