domingo, 27 de febrero de 2011

Hablar

—Quiero hablar con vos, después. ¿Te quedas un rato en la puerta, cuando termines?—. Las puertas y los candados se cierran con velocidad, pero la pregunta no se hace esperar.

— ¿Qué te pasa? ¿Culpa por haber recursado de año, otra vez?—. Atención configurada de ataque, pero con una leve estrella fugaz tolerante.

—No es nada de eso. Problemas que no tienen soluciones. Te espero afuera y te cuento—. Despojo de la tontería adolescente para la entrada del círculo de la infelicidad.

Sueltos en la calle curtida. Ida hacía ningún lado para regresar a la puerta, cuando el comentario fuese ya noticia.

— ¿Cuál es el problema?—. Preocupación inminente sin notar, en los olfatos de los mortales.

—Tengo muchos problemas familiares. Seguro percibís las circunstancias. No puedo entender por qué, las cosas malas le pasan a los que no deben y no a los miserables—. Esperado comentario sobre el discurso moral.

—No puedo consolarte. Ni alentarte, sabes que no soy así. Lo único que puedo manifestar es que aceptes las pautas de la vida. Y no perder la fuerza de seguir—.

—Lo sé. Pero me da rabia cómo se dan las cosas. No te pido que me consueles ni que me tengas lástima. Solo te cuento mi tristeza—. Maduración por dónde nunca se esperó.

Detención en la vereda. Sentados en la parte inicial con la perra.

—Encima tiras más basura al océano, repitiendo por tercera vez en la escuela. Por lo menos podrías haber eliminado una preocupación. ¿Qué tenés en la cabeza?—. Control del error, hiriendo el capricho.

— ¿Por qué siempre me refregas eso? Siempre me haces sentir como una mierda. Siempre te quejas de todo. Nadie se salva de tu veneno, ni la perra —. Descargo de la culpabilidad en el nivel del enojo.

—Digo lo que pienso y siento. Saco a la luz la conducta de todos los que aprecio. Es una forma de amar decirte secamente lo que derivo—. Fracción de los retos que tienen un por qué.

—Sos muy frío, a veces. Después rezongas que estas solo. Nadie aguantaría el temperamento que demanda tu verdad—. Acotación sobre el gusto del cianuro.

—Si soy de otra manera sería un falso profeta. Sabes que voy a estar cuando me busques y cuando no, también, por que voy a encontrarte. No pienses en pasado mañana ni lo que pudiste haber hecho hace dos días. Todo se nivela, aunque nada sea justo. Te quiero…—.

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