Y aquello fue un pálpito. Las innumerables ocasiones en que el despertar solo es un insomnio y la curiosidad febril un lapso desconocido; dan, ciertamente, una falsa corazonada a lo que realmente no sucederá, o que quizás, no vendrá en donde se espera.
También fue fantasía. ¿Ocasionalmente magia? El desafío maneja el congelamiento; de tal manera que, obliga a amarme, sin recalcar el tartamudeo ni el nudillo roto de mi soberbia.
En este momento, es tranquilidad. La sobredosis se extiende desde la noche roja (y el sexo llama) y del jugo de una lluvia, que empapa el cigarrillo ajeno. Prendida en mis brazos, a continuación de un beso tabaco, parcialmente salado…
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