domingo, 25 de julio de 2010

Desencuentro

Despierto en una habitación, pigmentada de mugre y humedad, por encima de las paredes. Respiro el vapor del frío, y del ruido del chaparrón, que interviene en mi buen humor. Conservo el último cigarrillo para después, cuando recuerde qué hago aquí y en qué tiempo me retiraré.

Veo más a mí alrededor y descubro a una mujer: pelo negro largo, trigueña, totalmente desnuda. Nace una pequeña mueca de sorpresa por enterarme quién es ella, y también por lo hermosa que es.

Estudio, cauto, sus movimientos repentinos, a raíz de algún sueño sobrenatural o la impaciencia de permanecer quieta, en esta cama tan dura. Acaricio su espalda, así encuentro un recuerdo que realmente perdí y pueda saber esa identidad…

Despierta. Su mirada es perpetua ante mi preocupación. No dice nada, ni yo alcanzo a un saludo informal. La pregunta se extiende cuando ella observa todo a su alcance y se retira de la cama. Viste su cuerpo y abre la puerta sin ningún despido, escapa. Entro en plena carcajada de nerviosismo y me preocupo por las acciones que debí de hacer.

Encuentro un baño y veo en el espejo, mi pecho con marcas de uñas, y en mi cuello, labial rojo de besos, mezclada de un rico aliento dulce. Rio seguidamente y dejo de pensar.

Vuelvo a recostarme (quizá vuelva o tal vez me vaya) y termino de fumar, desnudo.

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