martes, 29 de diciembre de 2009

Mejor asi...

Si empiezas a dudar la riqueza de tu defecto, amanecerás en la migraña madruga en que estoy. No, no intentes ponerme rojos los labios. No comprometas tus ojos para mirarme de salvación (soy un descubridor con cólera, no podré llegar a tus tierras), por que puedo, todavía, alzarme en las alturas sin poder respirar.

Dices que, puedo ser el más fiel sacerdote de tu creencia, de la fe gorda que cubre tus insípidos sueños y realidades macabras (¿Por qué ves soles en mi rostro cicatrizado?), que te dictan una gran consecuencia. Manifiestas que, mis palabras pueden ser las tablas del arca del pacto, perdida hace tiempo en tu sensibilidad (El oro y la muerte no se encuentran en mis escrituras. ¿Te defraudaría saber que solo hay vida y piedras rotas?)

Tengo sed de tus besos y frio de tus hermosas sabias lágrimas. Pero te guardo de imagen solitaria (Tu acuarela se mezcla con el arcoíris de la locura sonriente de una despedida) que necesito para seguir amándote desde las ruinas de un barco abandonado, anclado fuera de tu mar. Inventa algún viento para marcharme de las costas y así ser una espina amorosa de una nostalgia de tu búsqueda en vana, pertenecerte…

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