— ¿Cuál es tu proyecto, vagabundo? —.
— ¿Un proyecto?, mmm no ponerme proyectos
fijos, supongo…—.— ¿¡Cómo “no ponerme proyectos”!? ¡Muy bajo! Me extraña que digas eso…—.
— No. Nunca podría tener un solo proyecto del cuál trabajar. Si tengo una sola prioridad y no alcanzo el objetivo, voy a hundirme en depresión. No quisiera ser tu nuevo compañero en esa escuela que te metiste, ¡lo suplico!—.
— Ya tengo suficientes, gracias. Tantos comentarios altivos…ni siquiera empezaste la universidad. Yo voy por el cuarto año y aprendí mucho…—.
— jaja. Venía por ahí el golpe… ¡Si tan solo te miraras y te dieras cuenta que sos otro experimento eficaz! ¡Tu proyecto no es tener éxito, sino de seguir el mismo camino para el matadero! ¡Tampoco soy mejor que vos, eh! La mente debe estar ocupada de nuevos espacios y no de mismos lugares comunes. Soy gozoso por tener un amigo que sabe cuatro idiomas y que sea progresista, te lo juro…—.
— No te desperdicies. Si todos oirían de vos…Gracias. Si, aparte de saber francés, alemán, inglés y portugués, me gustaría aprender ruso—.
— ¡Urra! Seguro aprenderás rápido. ¿Podrías dejar de fumar...?, detestaría, te lo vuelvo a advertir, ser estatizado y moderado como a tu gran nivel…—.
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