domingo, 17 de julio de 2011

Trasgresor


Solo quiero regresar a la trasgresión para memorizar los puntos críticos del paganismo individual, aquél enfermizo amigo que, con sus buenas violencias, adjudicó mi serenidad y lo pudrió de prepotencia. Quizá murmurar al costado del escenario nunca fue mi ubicación; lo seguro es que, fue el anticipo para el fin de enloquecer frente a la multitud y revivir a todas las momias secretas. Es solo creer en los galardones y ver los asientos vacíos. ¡Eso debo saber! ¡Y lo tengo que entender!

Si hablo, no me comprendo. Si escucho, no lo acepto. Si fijo mi razón en las palmas de mis manos encuentro que, la suavidad brilla, el tejido refuerza una base, las dos líneas se enlazan, pero… ¡una queda sola! ¡Una marca costea la dirección racional! ¿¡Por qué encontrar ejemplos personales en el cuerpo de piel!?

Todo lo que pienso, en parte, se vuelve figura y nada lo que siento se presenta, totalmente, como núcleo impresionista a lo que desconozco.

No solo he de memorizar, sino también, he de cantar, en breve, sin estribillo y sin bises.

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