miércoles, 1 de diciembre de 2010

Ciertas noches...



Descubrir nuevamente los síntomas para el insomnio. Renunciar la pureza y volver a la química peligrosa, solo por alcanzar un respiro. Desesperación nerviosa cuando la solución artificial se evapora y no queda calma. Rebusques caseros para la suplencia de la predestinada muerte. Aspiración del aire urbano contaminado, en busca de la clausura completa de la única pesadilla. Intranquilidad en mayor proporción por el no efecto del elemento natural (comprender el sufrimiento ya es una terapia perdida), que al principio prometía un alivio.

Accidente funcional de los pulmones para el trabajo y recargada la responsabilidad hacia el partido corazón, que actúa la labor de capitán y marinero. Dolor muscular en el centro de la vida (el amor se agranda, se estira), agitación sangrante por las diminutas grietas de las venas del juicio (socorro silencioso, exaltación de los demonios) que se tuercen con el enojo de la impotencia y acorta las posibilidades de dormir…

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