domingo, 12 de septiembre de 2010

Donde nadie esta

La idea de verlo era desacertada y muy chocante: acostado, con los ojos cerrados y su mano encima de la otra; mostrándose en público su parte humana. Pero tenía que estar allí, al lado de la rubia que no salía de su lado, llorando angustias y sorpresas sabidas. Debía abrazarla, decirle algunas frases de consolación, tal como: “Dios lo necesitaba, por eso se fue” “Formará parte de una estrella y te iluminará por donde vayas” Sin embargo, ella sabía lo que pensaba en ese momento y que ninguna tontería saldría de mi, solo un beso tibio y una palpada en el hombro. Bastaría para un consuelo verdadero y un amor raro al mirarla para hundirme en su dolor.

Todo fue rápido. Salí lo más urgente de la reunión de despedida de su padre, hasta que topé con la hermana de la rubia, acompañada de su novio, lloraba a cántaros en el infierno de sus ojos. La besé y dije: — ¡Fuerza!—y salí afuera.

El ataque de ansiedad era abundante, el impulso de escapar se ligaba a la culpa de dejar a la rubia sola y no haberla abrazado con todas mis fuerzas y llorar junto a ella y besarla de fuego. Intente entrar varias veces, pero mis latidos entorpecían mi conciencia como el calor hirviente de mi frente.

Un compañero idiota en común se acerca a mí y asiente: —Hoy tuve un día agotador en el local. Se vendió bien. Yo solo vendí siete mil pesos— El narcisismo desubicado y la estima alta de tal infeliz entorpecía el ambiente, donde importaba fortalecer a la familia. Lo recalqué con una respuesta evangélica: —Te felicito. ¡Sos el mejor!—La evidencia de mi sarcasmo lo avivó y se metió adentro de nuevo. “— ¿Así serán todos tus malditos seguidores—“ Miré ingenuamente al cielo buscando una solución.

Había más personas en mi entorno. Reunidas en la puerta, fumaban y hablaban de algún tema especial. Otras lamentaban la pérdida, refugiándose en abrazos y pésames.

—Esta lleno, ¿no?—Un chismoso veterano pregunta a sus conocidos, tras llegar con curiosidad y enterarse de que su incógnita fue la respuesta. No pude describir lo que sentía tras oír la voz de ese idiota.

Ya intranquilo, decidí irme, alejado de la rubia que tanto quiero. Sabía que estaba con seres que harían lo posible por animarla. Caminaba sin pensar en el tiempo, sin importar el peligro. Solo deseaba estar con ella en la incertidumbre de la realidad, cuando mas me alejaba, más me cansaba…

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