Los familiares clavan los últimos reclamos a la justa pareja, para que el sentir deba agonizar en sus cuerpos desolados.
La sal lastimada, cubre los ojos de los pesimistas, hiriendo su veneno y matándolos de plena felicidad. Mientras, los recién casados se hierven de besos agridulces, apretados de pasión intensa, en lo profundo, en las entrañas de un adiós, a punto de hacer el amor…
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