domingo, 16 de diciembre de 2012

Guampa de oro, creyente santo...


 ¿Lo ven con precisión?  ¿Cuán puñales se alojan en su buena espalda? ¿Qué clases de traiciones se dio cuenta, por si sólo? ¡Trabaja casi todo el día y encima lo cornean! ¡Cumple los caprichos y lo tratan mal! ¡Se aguanta todo su olor a hembra impía y tiene el descaro de comportarse como una comadreja, vestida de yegua! ¡Tenés la culpa, iluso! Si tenés sed, ¿¡por qué te ahogas con lluvia de arena!? ¡Cruzaste el rio, durmiendo, estúpido! ¡Te están cagando en tu gran descampado! ¡Toda la ropa que le regalaste, la vendió o lo usó con otro! ¡Cuando le hacías un chupón en el cuello, el infeliz le dejaba tres en la cola y uno en la teta, ella decía que eran tuyos también! ¿Te acordás cuando le ofreciste todo tu tiempo, por ver mejor a su madre, tras su anunciada muerte? ¿Y la vez que la llevaste a la clínica, aquella madrugada fría, porque le dolía la muela? ¿Y cuando perdió al bebé y no sintió dolor alguno?, ¡lloraste como un buen padre! ¿Y el día que se quedó con su hermana, porque se sentía mal por una separación, y resulta que, se habían ido de parranda, tocando a cuanto strippers tropezaban en sus caminos? ¡Bendito seas, orador del engaño! ¡Cuánto te alabo, macho! ¡Guampa de oro, creyente santo!

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