— Estoy dispuesto a escuchar todo lo que no toleras de mí. Así, puedo trabajar en lo que me convertí y cambiar algunos males y volver como antes, al que querías. Necesito saberlo—.
— Bueno. Antes eras humilde y muy bueno. No contestabas como ahora. Tampoco buscabas peleas ni te molestaba casi nada. No se qué paso con vos—.
— Ahhh, tal vez, siempre dejé que me usaran y por eso me consideraban bueno y tierno. No tenia tanto cansancio como ahora, no aguanto ni a mi persona—.
— Disfrutaba estar al lado tuyo. Eras mi hermanito, al que enseñaba algunas cosas básicas. Ahora, te pones la corona y ni siquiera podes auto gobernarte. ¡Encima me miras el culo cuando me doy vuelta! ¡Cambiaste por completo!—.
— Cuando uno empieza a adquirir poder al principio es un lujo, después…todo lo contrario. ¡Soy un fugado! ¡No un rey! ¡Mi disciplina es confusa y nadie la comparte! ¿Qué esperas? ¡Soy un hombre salvaje! ¡Observo todo lo que no puedo tocar y lo que no es real!—.
— ¿¡Para qué preguntas si me vas a cuestionar!? ¡¡¡Ay Dios!!! ¡Siempre él tiene la última palabra y toda la razón! ¡Loca me pones! ¡Loca!—.
— Te doy otro punto de vista, nada más. Te hago reír, enfurecer y llorar, ¿quién se atrevería a ubicarte en esas tres dimensiones? Sé que en algún cajón de tu complejidad estoy guardado. Ah!! Y este chocolate es tuyo, linda. Por los buenos y malos momentos…—.
— Ya es el número noventa y ocho de chocolates, desde aquella vez. ¡Por qué tan raro! Igual, esto no va sacarme el dolor de cabeza que estoy teniendo—.
— Es un placer regalártelos. Shhhh, Te cuento algo…—.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
victimas