miércoles, 4 de septiembre de 2013

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¿Aún ríes, después que los arqueros soltaron sus flechas envenenadas y maldecidas, sobre tu tórax? ¡Se han designado a los mejores asesinos de toda maldad!, ¡y la carcajada persiste en tu cara! ¡No puede ser creíble, no admisible! El soborno fue abultado para los diferentes elementos hacia tu cautiverio. ¡Tu familia nos proporcionó facilidad! ¡No entiendo la mueca humorística que se esparce por mi pupila!.
 ¿No hay miedo en tu alma? ¿No existe indignación en tu escalofrío? ¿La libertad no te consuela, debidamente? ¿No te arruina la belleza, por toda sangre que te encadena?.
 Debo acabarte. Forjaré mi piedad, rebanaré tu cuello con el hacha. Después, te daré un entierro digno, mi espada y la armadura te acompañarán. Serás mi único ídolo a quien recordaré. ¿Por qué lágrimas se unen a tu risa? Bien, cerrá tus ojos, el sueño está por nacer...

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