domingo, 29 de mayo de 2011

La campera de corderoy

La campera de corderoy…


Aquella vieja estufa de hilo, de gran expansión de ancha y larga, tanto en la cintura como en las mangas…


Amiga en las trasnoches cuando papá, antes de salir, repetía las mismas mentiras: “En dos horas vuelvo, abrígate bien, así no te enfermas mientras miras la tele…”


Marrón y suavidad, compañía de miedo cuando algún ruido me asustaba, tapándome hasta la cara para no saber qué era. Protección del frío, al abrir la puerta a mi hermana y a sus amigas. Modo de distracción para no pensar en mamá, estando a miles de quilómetros lejos mío. Atuendo para investigar las cosas más inimaginables de la casa, en esas impulsiones que nunca he de olvidar.


Bata, entre las dobles frazadas para dormir con tranquilidad, fortificaba mí pecho y me cubría de tenso calor.


Amigable mirar cuando la encontraba en el ropero, tras los veranos degradantes. Afirmación de que pronto estaría conmigo, otra vez, al término de la transpiración subtropical.


Terapeuta de las mismas causas, testigo único, a comprobación del llanto quebrantado, cuando le suplicaba a papá que no se fuera paraque se quedara conmigo; y de las re observaciones de los dibujos de mamá, petrificado con un libro que tenía la música navideña. ¡Corderoy mojado por las ausencias, usado por lamentar mis propias dolencias…!



La campera de corderoy…aunque tu ubicación es indeterminada, te recuerdo aún hoy…

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