domingo, 22 de mayo de 2011

Espacio (según los hechos)

Reordenamiento del espacio. Fuerzas irreconocibles que altera el escondite medieval-moderno (tecnologías materiales, compañía de suciedad húmeda), donde se experimenta el cinismo y otras porquerías.


Objetos encontrados después de haberlos olvidados en el momento más culminante del querer. Papeles arrugados y fotos que trascienden en la memoria (nadie se vuelve reconocible, todavía…), para terminar en el baúl nuevamente. Adornos despintados y juguetes en mal estado (molestia del impacto, vieja polis de la soledad); compuertas que deben ser clausuradas (por más seguro que se esté, el peligro engorda), para salir por los cielos.


Subscripciones en la pared Van Gogh con alteraciones de la pintura e imágenes borrosas; desfiladero del hongo maloliente (verde en los extremos de arriba y negro en las esquinas bajas, pocas vistas), esfuerzo de remediar el presente. Gobierno autárquico de telaraña en los costados del inmenso placar; cementerio de cadáveres de los chupa sangre; fija guardia de la cazadora hacía la escoba (hembra fuerte, defensa por la invasión), que se aleja de su territorio.


Monedas esparcidas por toda la mesa, valor que cumple distintas proporciones; juntas y puestas en la cabeza de Juana de Arco, para siempre(copa de marmol de la edad media). Numerosa cantidad de calzados desparramados en el piso; obsesión de no imaginar andar descalzo, otra vez; pérdida de la apropiación por considerar uno entre tantos (negativa aceptación de lo que con sudor se logró); contradicción en separar pares a los tienen los pies congelados (materialismo nuclear puede esperanzar una fuerte necesidad). Misma metodología hacia la ropa.


Tiempo suficiente para corroborar que el espacio evoluciona cuando el entusiasmo se enamora del cambio. Texto puesto en el medio de la pared, para ir a dormir con ojos abiertos:


“Todo lo que uno tiene no se compara con todo lo que uno siente. Y el espacio, es en fin, la inagotable sensación de sentir”.

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