
—“Alzaré mis ojos a los montes,
de donde vendrá mi socorro.
Mi socorro viene de Jehová,
que hizo los cielos y la tierra.
No darás tu pie al resbaladero, ni
se dormirá el que te guarda…
Jehová es tu guardador, desde ahora
y para siempre…”—.
— ¿Desde cuándo cantás coros celestiales? ¿Estás llorando?—
— Siento pena por mis enemigos vencidos. Rindo memoria a su fallecimiento. Trato de ser honorable…—.
— ¡Si vos mismo fuiste el asesino! ¿¡De qué estás hablando!?—.
— Cuando estés en las orillas del agujero negro, vas a entenderme. El asesinato es una demostración de poder y yo, rindo tributo a su desaparición. Su sencillo acatamiento está en ruinas…—.
— ¿Y qué tal tus lágrimas? ¿A que se deben?—.
— Por primera y última vez, creo en mis seres. Las delgadas aclaraciones se vuelven nieve. No esta despejado ni hay baja temperatura, solo nieve…—.
— ¿Vas a estar en paz, aunque tus dedos estén embalsamados de sangre?—.
— Si. Es un orgullo comprobar que, he fulminado a grandes artistas. La sangre estará en los alrededores, cuando deje mi ubicación y me convierta en una obra de arte, a más tardar…—.
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