
¡Si resaltara los fines, no volvería a nacer! ¡Siquiera me derrumbaría como un ebrio encantador y memorizaría las letras desinteresadas de un buen loco poeta! ¿¡Quiénes estarían convencidos de que un susurro es una estrategia para bloquear la racionalidad!? ¡Malcrían el calor de la sangre, a las espaldas del primogénito; hasta pasar el modelo amoroso y encontrarse con la validez! ¡Después del éxtasis se encuentra la línea borroneada de donde todo empieza!
¡Y el hecho cronológico no se relaciona con las versiones espontaneas de los voceros o diputados de las eminencias! ¡Amargo trago no estropea al buen licor! ¡El arrepentirse pierde calidad y el cuerpo otra vez adquiere cobijo! ¿¡Dónde y cuando se pudiera desligar lo que no se busca sentir y lo que nunca deja de fluir!? ¡Engañados y desesperados concluirá vuestras reacciones…!
— ¿Te pasa algo, Edinho? ¿Por qué paras de besarme?—.
— Pienso en las secuencias de los besos. ¿Crees qué todo finaliza con el mismo número?—.
— No quiero creer en nada. Coméme la boca…—.
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