
Ni la fe invisible de la SANTA IGLESIA, pudo domesticar el gobierno de Satanás que hubo en vos; esa corrupción de dañar, de alimentar el deseo de tus defectos, a tu propio beneficio, sin importar las vidas que tenías a tus pies.
Hablo desde un centro inseguro, donde alguna vez, estuvieron alrededor tus hijos y tu esposa. Solo con dañar las armaduras oxidadas de aquellos y herirles para toda una aventura, te impongo como holocausto para irte a donde siempre perteneciste: a sufrir por siglos en tu buscada muerte, querido padre...
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