
Llaman las ausencias. El universo invertebrado de recuerdos, se quiebra, desangrando sus iras alegres por la perversidad de sus caprichos. Rajan sus estrellas fugaces en la mar dulce, hundiéndolas y calentándolas en lo infinito.
Tocan la puerta…cubiertos de familiares desconocidos, para engañar una sensibilidad que esta enterrada, muriendo de a poco. Forcejea el picaporte. Empujan la puerta con sus golpes de poco ruido y claman sus gritos: “¡Abridme! ¡He aquí, tu amor”! Saben que esta ahí…de tras de esa madera gruesa, con sus oídos tapados con sus manos arrugadas y los ojos cerrados. Advierten una poesía malévola para re encantar sus suspiros. Pero se van…con las miradas rojas de engaños y peregrinas lágrimas. Mientras, por fin, sale afuera, viéndolos perderse en las cenizas y morirse entre el viento, entre tanta lluvia…
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