
Dejé a tras toda mi lucha, deserté de mi idiosincrasia,; pero me llevé heridas que nunca podré sanar, y son las pestilencias que tiene el hombre. Cuan idea se basa sólo en su bienestar, sin importar el sufrimiento de los demás. Arrasando todo a su paso, formando un escudo falso, jutificando a la divina justicia, y al saber la triste verdad que, tras esa protección se halla injusticia, deshonestidad, egoísmo, y variedades de inaptitudes.
Hice oídos sordos a todas las voces que quisieron confundir mi pensar. Fue insólito contemplar con desgano, las malditas ideas de la gente, de su condición como individuo, de la primera prioridad en una sociedad: YO, PRIMERO. Es lamentable, no sé qué sentir ante esa adversidad, todo empieza por esa semilla y termina en un árbol de corrupción. Arboleda siniestra.
Es difícil echar la culpa a una mayoría, tal vez me ganó mi propia debilidad de no enfrentar las cosas, pero...¿Qué nivel de culpabilidad existe entre el mundo y yo? ¿Es vano afirmar que ambos somos culpables?
Cansado de pensar, tomo las riendas de mi bienestar, dirigiéndome a lo encierto, sólo, apartado del misterio de la sociedad. Llevando para toda mi exitencia el saber que fallé y no hice absolutamente nada, perdiéndome en el olvido para no regresar jamás.

LETRAS CRUDAS. DESENCUENTROS...ESCAPE. MUY BUENO ESTO, BIEN ESCRITO Y AGUANTE JUDAS PRIEST!!!
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